La oposición antisecesionista aplaza la aprobación de la declaración de ruptura
En formato de bolsillo, la política catalana vivió ayer un adelanto de lo que le espera durante todo el curso: recursos, argucias reglamentarias, lecturas rebuscadas de las normas internas y de las leyes, mucha crispación, gesticulación y división en bloques. Ciudadanos, PSC y PP obtuvieron su primera victoria moral de la legislatura y lograron retrasar, al menos unos días, el pleno en el que Junts pel Sí y la CUP aprobarán con su mayoría absoluta la declaración de inicio del proceso hacia una república catalana. «No se detiene nada», señalaron en la coalición que integra a Convergència y Esquerra para calmar los ánimos de los suyos, aunque sí se ralentiza y se entorpece.
La operación busca, como admitió el PP, que afloren las contradicciones entre Junts pel Sí y la CUP, o más en concreto entre la izquierda radical y Convergència, enfrascadas en una negociación, a día de hoy imposible, sobre quién tiene que ser el próximo presidente de la Generalitat.
La Mesa del Parlamento catalán admitió a trámite dos peticiones, una del PSC y otra de Ciudadanos, que contaban con la adhesión de los diputados del PP para que reconsidere la decisión de seguir adelante con la propuesta de resolución de Junts pel Sí y la CUP de inicio del proceso de creación del estado catalán. Entienden que el texto es contrario a la Constitución y al Estatut.
La resolución podría ser votada el 9 de noviembre por la mañana y la investidura de Mas se celebraría por la tarde.