NUEVA ERA
Rajoy tendrá difícil gobernar
Ningún candidato va a tener votos para asegurarse la mayoría absoluta en la primera votación. Sánchez podría capitanear una alianza de fuerzas de izquierda suficiente para lograr la investidura. El bloque de PP y Ciudadanos logra un empate técnico con el de PSOE y Podemos, 163 por 159 escaños.
Mariano Rajoy obtuvo una victoria agridulce que a lo peor no le sirve para gobernar. Pedro Sánchez se llevó un revolcón estupendo que a lo mejor le sirve para gobernar. Pablo Iglesias se colocó con holgura en tercera posición, pero no logró su meta de ser la referencia de la izquierda. Albert Rivera consiguió un resultado por debajo de sus expectativas pero como partía de cero, todo era triunfo. Todos tenían razones para hacer una interpretación dual.
Gobernar va ser un ejercicio de habilidad florentina. El bloque de PP y Ciudadanos logró un empate técnico con el de PSOE y Podemos, 163 por 159 escaños. Pero mientras Rajoy no puede buscar, o lo tiene muy difícil, nuevos aliados para asegurarse la investidura, Sánchez lo puede hacer con IU-Unidad Popular, PNV, Coalición Canaria, y hasta con Esquerra y Demócratas y Libertad, la lista de Convergència, si se encuentra una solución a los planteamientos independentistas. Un acuerdo inmanejable políticamente, pero que en términos numéricos es posible. Aunque la política y las matemáticas pocas veces casan.
Resultados por provincias
Lo que es seguro es que ningún candidato va a tener votos para asegurarse la mayoría absoluta de 176 diputados en la primera votación una vez que se constituya el Congreso el 13 de enero. Habrá que esperar 48 horas para en la siguiente votación algún aspirante logre la mayoría simple, y si no es así se repetirá cuantas veces haga falta durante dos meses. Si en ese plazo nadie consigue más votos a favor que en contra, habrá que repetir las elecciones generales. Un escenario improbable, pero no imposible.
Rajoy lo tiene complicado volver a seguir en La Moncloa porque, hasta ahora, solo tiene garantizada la abstención de Ciudadanos en las votaciones en que se exige mayoría simple, y con sus únicos 123 votos favorables es imposible investir al ya presidente en funciones porque los rechazos van a ser muchos más. Sólo si el PP convence al partido de Albert Rivera para que pase de la abstención al sí, Rajoy tendría posibilidades de ser reelegido.
Sánchez, en teoría, lo tiene más sencillo. Requiere sumar los 69 diputado de Podemos a los 91 del PSOE, e incorporar a los dos de IU-Unidad Popular. Pero Pablo Iglesias ya ha puesto unas caras condiciones que, de entrada, parecen complicadas de asumir. Entre ellas, reconocimiento de que España es un país plurinacional, reforma electoral, blindaje de los derechos sociales en la Constitución, y un referéndum de revocabilidad del presidente del Gobierno a mitad del mandato si incumple el programa de investidura.
Pero el líder del PSOE, sobre todo, va a tener que contar con la opinión de sus barones territoriales, entre los que el pacto con el partido de Iglesias no tiene mucho crédito. Un criterio determinante será, por lo mucho que ha contribuido al resultado, el de la andaluza Susana Díaz. La presidenta de la Junta no es una entusiasta ni mucho menos del pacto con Podemos, partido al que ha zarandeado en estas elecciones en Andalucía.
Un escenario, por tanto, muy difícil de gestionar para unos y otros, un poco mejor quizás para el secretario general del PSOE, pero en el que el líder del PP no ha dicho la última palabra.
Descalabro histórico
El PP sufrió el segundo mayor descalabro electoral de la historia, solo superado por el que soportó la UCD en 1982, cuando perdió del orden de 150 diputados. Los populares perdieron ayer 64 representantes en el Congreso. Hasta ahora se pensaba que el varapalo de los socialistas hace cuatro años, cuando perdieron 59 representantes, era insuperable, pero el PP se encargó de demostrar que no era así. Con todo, el partido de Rajoy se alzó con la victoria con 122 escaños. Una cifra que no estaba muy lejos de los cálculos que hacía el estado mayor electoral del partido, que aspiraba a los 130. Pero lo que ha hecho malos esos 122 es el hundimiento de Ciudadanos, lejos de los números que auguraban los gurús de la calle Génova. La dirección del PP, pese al retroceso, cree que resistió.
El PP cayó en todas las comunidades, con sangrías notables en Andalucía, pasó de 33 a 20 escaños, Madrid, bajó de 19 a 13, y la Comunidad Valenciana, de 20 a 11. Conservó aunque con pérdidas menores sus caladeros habituales de ambas castillas y Murcia. Con todo, fue el partido más votado en 12 autonomías. Con esa fotografía, los populares retienen la mayoría absoluta en Senado, que es la Cámara que mejor retrata el reparto territorial entre las fuerzas políticas. De los 208 senadores en liza se hizo con 121.
Sánchez tiene, una vez más, motivos para dar las gracias a Andalucía. La comunidad presidida por Susana Díaz, con sus 23 diputados, ha sido el principal sustento del PSOE, que en total cosechó 91 representantes en la Cámara baja, una cuarta parte andaluces. Un dato que refuerza la tesis de que el PSOE es un partido del sur de España, máxime cuando en Extremadura los socialistas con cinco diputados también superaron a los populares, con cuatro.
El PSOE sufrió un auténtico descalabro en Madrid, donde es la cuarta fuerza con seis escaños, un resultado que deja fuera a Eduardo Madina. Pero también en la Comunidad Valenciana, tercera; incluso en Cataluña, donde también es tercero después de haber sido siempre el partido más votado hasta hace cuatro años.
Podemos no logró convertirse en el referente de la izquierda, como aspiraba, pero sus 69 escaños son un aval impresionante en el Congreso. Tendrá mucho que decir en todos los ámbitos de la vida parlamentaria, desde la investidura a la última ley. El partido de Iglesias es el que mejor ha capitalizado los deseos de cambio y ha dejado muy atrás a Ciudadanos, su rival en la pugna por atraer a los desencantados.
El partido de Rivera, en cambio, ha quedado relegado a un cuarto lugar que ha paladeado como una victoria, cuando es un revés respecto a las expectativas creadas. En Cataluña, incluso, Ciudadanos ha perdido más de 30.000 votos respecto a las elecciones autonómicas de hace tres meses. La indefinición programática, la ausencia de referentes, salvo Iglesias, y una campaña errática han lastrado sus posibilidades.