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Rivera se queda en tierra de nadie y por debajo de las expectativas de su partido

Sus cuarenta diputados suponen menos de lo esperado durante la campaña electoral y no suman con el PP para investir a Rajoy.

Rivera, juanto a la portavoz del partido en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, en su comparecencia de anoche.

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Alfonso Torices | Madrid
León

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Ciudadanos se queda en tierra de nadie. Con sus 40 diputados se convierte en la cuarta fuerza española; queda muy por debajo de las expectativas que el propio líder del partido, Albert Rivera, levantó en la campaña electoral, en la que llegó a decir que estaban en condiciones de ser la segunda fuerza y que luchaban por disputar la victoria al PP; y, en principio, no será determinante para lograr la investidura de Mariano Rajoy porque en el caso de alcanzar un pacto que hoy no está ni sobre la mesa, la suma de ambos partidos se quedaría muy lejos de la mayoría absoluta necesaria.

En la dirección del partido prefieren, sin embargo, ver el vaso medio lleno y califican el resultado de «histórico» al menos por tres razones. Porque su irrupción junto con la de Podemos ha abierto «una nueva etapa política en España», con el final 30 años de «poder absoluto» del bipartidismo; porque han logrado abrir «un nuevo espacio político en la democracia», el centro, que estaba desaparecido desde el hundimiento de la UCD de Adolfo Suárez al final de la transición; y porque, como recordaron, partían de cero diputados y con los 40 cosechados han cerrado un ciclo de consolidación que, en sólo un año y medio de vida, les ha llevado a tener tres eurodiputados, 1.500 concejales, más de 90 parlamentarios en 12 de las 17 comunidades autónomas, a ser la primera fuerza de la oposición constitucionalista en Cataluña, y a tener una posición determinante para la investidura de los presidentes de cinco comunidades.

Lo cierto es que se trata de un resultado como mucho discreto, fruto de una campaña electoral en la que el partido cometió errores y fue claramente de más a menos. Lo demuestra que la encuesta que el CIS publicó el 3 de diciembre, que no fue la más generosa, les atribuía un 19% de los sufragios (frente al 14% conseguido) y una horquilla de entre 63 y 66 escaños, unos 25 más de los que han logrado al final.

De más a menos

Su trayectoria ha sido la contraria a la de Podemos. Después de un crecimiento enorme en la expectativa de voto tras su éxito en las catalanas de septiembre, meses en los que absorbieron el voto de UPyD, consolidaron su fuerte mordisco al electorado popular y se llevaron más de un 10% de los simpatizantes socialistas, han caído a porcentajes de la primavera pasada, lejos de PP y PSOE, y con el partido de Pablo Iglesias arrebatándoles la primacía que habían logrado en el voto joven y entre los abstencionistas.

Los 40 diputados son fruto del voto urbano y de una importante implantación en Madrid, Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía y Murcia, de donde proceden más de la mitad de sus escaños. No obstante, el declinar durante el otoño de la estrella de Ciudadanos se ve en dos datos. Han sido el quinto partido en Cataluña, empatados con el PP, con un 13%, después de ser segundos en las autonómicas de hace tres meses, con un 18%. Y en Ávila, la tierra de su idolatrado Suárez, donde daban por hecho el escaño, no lo han obtenido.

Rivera, que con este grupo sí que podrá jugar un rol relevante en la política de pactos, sabe que su papel en la investidura del próximo presidente va a ser mucho menos determinante. Se ratificó en que su única contribución a la gobernabilidad de España va a ser abstenerse para facilitar la investidura del candidato del partido más votado, Rajoy.