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Centenares de personas se movilizaron en la Nochevieja más solidaria

Grupos de voluntarios buscando a Jordi.

Publicado por
GUILLEM SÀNCHEZ / CAMÓS
León

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La noticia corrió impulsada por las redes sociales y por los grupos de Whatsapp, mezclada entre los deseos de año nuevo y las bromas navideñas más disparatadas. Pero según avanzaba la Nochevieja, cada vez dolía más pensar “en un niño de tres años solo en el bosque". Como Jordi seguía sin aparecer, muchos decidieron abandonar los festejos, sin importar las copas de más que llevaran, y actuar.

La respuesta saturó enseguida la capacidad de gestión de los equipos de emergencia, que incluso rechazaron ayuda emplazándolos a presentarse a las siete de la mañana en el Ayuntamiento de Camós, para buscar en cuanto asomara el sol. Muchas de estas llamadas las hicieron mossos y bomberos que estaban de vacaciones.

Un agente que vive con sus dos hijas en Besalú lo resume así: “sentía que estaba a pocos kilómetros y que podía echar un cable, no podía ignorarlo”. Pese a que la búsqueda no se ha detenido en ningún instante de la noche, la inyección de voluntarios ha entrado en acción a primera hora. “Hemos comenzado convencidos de que aparecería, éramos muchos y con la luz lo veríamos enseguida”.

Cada grupo estaba dirigido por un bombero que les ha dado la or en de avanzar manteniendo entre ellos el contacto visual de manera permanente. “Una indicación que nadie ha podido cumplir, teníamos tantas gana de encontrarlo…”, admite ahora con una sonrisa.

 

“SE LO HA TRAGADO LA TIERRA”

La convicción del inicio se ha ido tornando en nerviosismo, primero, y en frustración, después. En el interior de la casa, asediada por policías, bomberos, políticos y periodistas, estaban más abatidos. Uno amigo de los padres cuenta que todos han pasado la noche en blanco y que los Mossos no han dejado de animarles asegurando que el dispositivo era bueno y que aparecería en cualquier momento. Unas promesas en las que les costaba creer.

Albert, un vecino de Llagostera de 34 años, no entendía qué ocurría: “Si piensas en la orografía de la zona, llena de desniveles imposibles de superar para un niño de tres años, y la cantidad de gente que hay buscando no tiene ningún sentido que todavía no hayan dado con él. Es como si se lo hubiera tragado la tierra", razonaba descorazonado.

Pero Jordi había logrado lo imposible: con solo tres años había completado una odisea a oscuras que asustaría a cualquier adulto y tras 20 horas entre los animales del bosque llegó hasta la masia de Can Ventós, lejos de donde parecía lógico buscarlo.

 

MONTAÑA COLAPSADA

La Serra d'en Mont, donde está escondido el Mas Serrallonga, ha vivido este 1 de enero una oleada de solidaridad encarnada por centenares de ciudadanos que querían buscar a Jordi. Los Mossos al final han tenido que cortar las pistas forestales de acceso para evitar que sus ganas de ayudar terminaran por obstaculizar la tarea de los profesionales.

Los voluntarios eran, en su mayoría, buenos conocedores del lugar equipados con ropa técnica y bastones. Uno tenía un arañazo junto al ojo que daba la medida de hasta qué punto estaban comprometidos con la misión. La gesta de Jordi les ha brindado un final feliz que, sin duda, se han ganado a pulso.