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¿Cómo ha llegado la hermana del rey al banquillo?

La sociedad que la infanta comparte con Urdangarín al final fue su talón de Aquiles.

Publicado por
Melchor Sáiz-Pardo | Madrid
León

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¿Cómo ha llegado la hermana de Felipe VI a sentarse en el banquillo de los acusados a partir del próximo 11 de enero? Probablemente, la respuesta más atinada sea por el empecinamiento del juez del caso, José Castro, y la acusación popular ejercida por Manos Limpias.

Las dos partes, cada una en su papel, decidieron en la primavera de 2013, al calor de la ofensiva de mails de Diego Torres contra la Casa Real, dar un paso más y apuntar contra la infanta por sus responsabilidades en Nóos y su papel de socia en Aizoon, la compañía que Iñaki Urdangarín usó para desviar a las arcas del matrimonio el dinero de sus lucrativos negocios en Baleares y Valencia, amén de utilizarla para defraudar. El talón de Aquiles de la ex duquesa fue Aizoon, no el Instituto Nóos, pero fue suficiente para procesarla y que se siente en el banquillo, al menos en las cuestiones previas.

La infanta estuvo totalmente fuera al margen del caso Nóos desde el inicio de la investigación en verano de 2010 hasta que en abril de 2012 Diego Torres comenzó a distribuir la primera de sus siete andanadas de correos electrónicos apuntando contra la Zarzuela y, de paso, contra Cristina de Borbón.

Demasiados indicios

Un año de mails con innumerables indicios de que la infanta no solo estaba al tanto de los negocios de su marido con las administraciones de Jaume Matas y Francisco Camps sino que pudo mediar en ellas, hicieron cambiar de opinión al juez Castro, que hasta entonces se había opuesto de manera radical a señalar a la hija de don Juan Carlos. El magistrado, solo respaldado por Virginia López-Negrete, la letrada de Manos Limpias, emprendió su particular cruzada contra ella cuando, casi por sorpresa, el 3 de abril de 2013 decidió imputarla por delitos relacionados con el tráfico de influencias.

Aquel bombazo inesperado supuso el divorcio para siempre entre Castro y el fiscal Horrach, que se negó en redondo a ver delito alguno en la actuación de Cristina de Borbón como vocal del Instituto Nóos, un papel que, según Anticorrupción, era exclusivamente testimonial. En las antípodas de esa tesis se situó el juez, quien acusó a la hija del entonces jefe del Estado de ser «cómplice» o «cooperadora necesaria» de los supuestos delitos de su marido. Es más, de «prestar su consentimiento a que su parentesco con el rey fuera utilizado por su marido y por Diego Torres, a sabiendas de que lo era para propiciar un trato generoso por parte de empresas privadas y tan pródigo como generoso por parte de las administraciones públicas». El juez dedicó casi un año a investigar a la infanta por los delitos fiscales hasta que el 25 de junio de 2014 Castro concluyó la investigación y en su escrito acusó a Cristina de Borbón de «colaborar activamente» con los delitos fiscales de Urdangarin y de blanquear ese dinero ilícito. El 22 de diciembre de 2014, horas antes del primer discurso de Navidad como rey de su hermano, la sentó en el banquillo de manera irrevocable.

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