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Puigdemont pisa el freno del plan independentista para coger impulso

Reconoce que aún no tiene fuerza suficiente para culminar el proceso.

El presidente catalán, Carles Puigdemont.

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C. Reino | Barcelona
León

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El presidente de la Generalitat comparecerá el próximo 20 de enero en el Parlamento catalán para explicar las líneas maestras que guiarán su obra de gobierno. De momento, en la semana que lleva en el cargo tras su rocambolesca investidura, ya ha dejado claro que las urgencias no son buenas y ha dado algunas pinceladas en ese sentido. Descarta la declaración unilateral de independencia en esta legislatura, tratará de que su mandato dure más del año y medio estipulado, sitúa la agenda social como la primera prioridad, ve necesario ampliar la base favorable a la secesión y plantea el eventual referéndum sobre la constitución catalana como la herramienta final para que los ciudadanos ratifiquen la independencia.

Puigdemont es un secesionista de toda la vida, no como algunos de sus compañeros de partido, y a diferencia de Artur Mas en este aspecto no tiene nada que demostrar. Por tanto, si pretende introducir correcciones en el camino hacia la independencia, como ha dejado ver, puede que cuente con más credibilidad para ello. Para empezar, ha levantado el pie del acelerador, pero «sin renunciar a nada».

El jueves pasado afirmó que Junts pel Sí y la CUP tienen una «mayoría absolutísima» en el Parlamento de Cataluña y, por tanto «tenemos la fuerza y la legitimidad democrática para iniciar este proyecto (independentista), y no admitiré que se discuta», dijo, pero reconoció que «todavía» ese 48% de los votos cosechados el 27-S no dan la «fuerza suficiente para proclamar la independencia de Cataluña». Poco a poco, en las filas de Junts pel Sí empiezan a acercarse a la teoría de que hace cuatro meses ganaron las elecciones, pero perdieron el plebiscito.

Buscando músculo

De ahí, que Puigdemont insista en que el independentismo necesita más músculo, «ensanchar su base y llegar a más gente».

Por esa razón, el presidente de la Generalitat descarta la proclamación de independencia con el 52% de la población en contra, aunque esta posibilidad estaba prevista en el programa de Junts pel Sí para dentro de 18 meses y como paso previo a las elecciones constituyentes y al referéndum de ratificación de la Carta Magna. El ex alcalde de Gerona quiere la secesión, pero no la ve tan cerca como quisieran algunos de los suyos, que se atreven a fijar el 14 de julio de 2017 como el día de la independencia.

Puigdemont trata de ganar tiempo para que ese 48% supere el 50%. Y la manera de quitarse la presión que ejercen las fechas cerradas es poner en cuestión los 18 meses que en teoría debería durar la legislatura. Hay que «poner el proceso y las decisiones por delante del corsé del plazo», dijo el jueves en TV3. La vicepresidenta Neus Munté insistió ayer en la misma idea, que puede provocar los primeros roces con Esquerra y la CUP, pues Oriol Junqueras, ahora su vicepresidente, ya le ha recordado que el «compromiso» determina que tienen que intentarlo en 18 meses.

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