Diario de León

El retrato, la medalla y el puente de Triana

El rastro de Isabel Carrasco un año y ocho meses después de su asesinato se diluye en un palacio con nuevos inquilinos.

El retrato de Isabel Carrasco en la Diputación, cuando aún tenía flores.

El retrato de Isabel Carrasco en la Diputación, cuando aún tenía flores.

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ana gaitero | león
León

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Cuando Isabel Carrasco fue derribada por tres tiros sobre las baldosas blancas y rojas de la pasarela sobre el Bernesga, entre el paseo de La Condesa y el de Salamanca, dejó de ser la presidenta de la Diputación y del PP de León. Eran las 17.17 horas del 12 de mayo de 2014 cuando una mujer de 59 años, vestida con pantalón negro y cazadora azul, con forro rosa, y con zapatos de color ‘rosa coral’ quedó inerte con el rostro pegado al suelo.

Isabel Carrasco Lorenzo (Santibáñez del Bernesga 1956-León 2014) decían que era la mujer, la persona, más poderosa de la provincia de León. De nada le sirvió frente al poder letal de las tres balas que Montserrat González consiguió encajar en su cuerpo, dos de ellas mortales de necesidad. La primera, por la espalda, directa al corazón; la tercera al cerebro, por la nuca. La segunda en la mejilla. Sólo un disparo fallido. Un cuarto casquillo se encontró en el lugar del crimen.

Fue el fin de una venganza. Y el principio de una pesadilla que aún no ha terminado. Una desconocida, militante del PP, satisfizo con plomo el ‘agravio’ a su hija. Triana Martínez, única descendencia de su matrimonio con Pablo Antonio Martínez, comisario de Policía en Astorga por aquel entonces, fue trabajadora interina de la Diputación como ingeniera de Telecomunicaciones (2007-2010), contratada ‘a dedo’, y no consiguió hacerse con la plaza en propiedad, como esperaba.

Un rastro de sangre y flores que aparecían y desaparecían dieron cuenta en la pasarela fluvial del macabro fin de la mujer menuda, de 1,50 metros de estatura, que aquel día no llegó al encuentro con sus compañeros de partido para asistir en Valladolid a un acto público.

En el Palacio de los Guzmanes las coronas de flores desbordaron la galería de la primera planta y el patio. Fueron días de luto y lágrimas. Poco a poco, la institución intentó recobrar la ‘normalidad’ con la sombra de Isabel Carrasco aún luminosa. A los pies del retrato que pintó de ella, para la galería de presidentes, Modesto Llamas lucieron flores durante un año. Primero fue su fiel secretaria, un gesto que compartió la ex alcaldesa de Mansilla de las Mulas y que cuajó en un ramo de flores colocado por el entonces presidente de la Diputación, Emilio Orejas, en el cabo de año del crimen.

El 17 de julio de 2014, dos meses después, la única hija de Isabel Carrasco, Loreto Rodríguez, recogía la Medalla de Oro de la provincia que la institución concedió a título póstumo a la malograda presidenta por unamidad de la Corporación. Pocas veces había conseguido en vida el respaldo de todos los grupos, como no fuera al repartir las asignaciones económicas. Los méritos que enumeró su efímero ‘heredero’ político, Marcos Martínez Barazón, aspirante también a presidente del PP, no los hubieran admitido en el banquillo de la oposición en otras circunstancias. La tragedia precipitó la condecoración. Una campaña en las redes sociales reunió 12.000 firmas para exigir la retirada de la medalla. Sin éxito. En Valencia, a los dos días del asesinato, un joven fue detenido por incitación al odio al difundir en You Tube un video que hacía mofa del crimen. Y otro en Jerez. Salieron en libertad con cargos. El vídeo aún se puede ver en Internet. Nadie se ha ocupado de eliminarlo después del revuelo mediático. El autor se ubica en Bristol en su cuenta de Twitter.

Con las elecciones municipales de mayo 2015, un año después del crimen, mudaron los inquilinos políticos del Palacio de los Guzmanes. Sus adversarios en el partido tomaban las riendas. En octubre de 2014, la operación Púnica contra la corrupción desalojó a Marcos Martínez del despacho que la todopoderosa presidenta ordenó acondicionar, con vestidor incluido, cuando acometió la reforma interior del edificio.

El rastro de Isabel Carrasco lo siguen de cerca en el negociado jurídico de la institución que recibe sentencias y resoluciones judiciales de los más de 20 pleitos contra sus actuaciones emprendidos por empleados y sobre todo el Colegio Oficial de Secretarios, Interventores y Tesoreros. Triana ganó en los tribunales a Isabel Carrasco por segunda vez El juzgado de lo contencioso administrativo número 2 de León no admitió a trámite el segundo ecurso de lesividad promovido por Isabel para reclamarle 6.583 euros que recibió en concepto de dedicación exclusiva cuando aún gozaba de su favor.

El mismo día de su asesinato, la presidenta tuvo conocimiento de la sentencia que invalidaba el nombramiento de interventor y secretaria en Gersul, acción encabezada por el funcionario depuesto en el cargo después de que Carrasco asignara los puestos a su hombre de confianza, Suso López (implicado en la Púnica), como interventor y a Isabel Lorenzana como secretaria.

Un año y ocho meses después del crimen comienza el juicio contra las tres mujeres supuestamente implicadas en el asesinato. Un año y ocho meses después queda de Isabel Carrasco todo lo que no aparece en los boletines oficiales. Fundamentalmente el dolor y la memoria en los seres queridos. Su hija Loreto, que no testificará en el juicio; sus hermanas, su compañero de vida en sus últimos doce años. Y un puñado de amigos y amigas de verdad. Como cualquier persona.

En la calle aún hay pintadas que aluden a los famosos 13 sueldos y un sentimiento de indiferencia. Nada fuera de lo común. Mañana, cuando se abran las puertas de la Audiencia Provincial al público, se verá qué interés despierta la vista oral que hará justicia.

Su despacho ahora es ocupado por el vicepresidente primero, Francisco González Castañón, uno de los políticos a los que desterró tras su primer mandato en la Diputación. Ironías del destino.

La ciudad quiere olvidar. Nadie ha sugerido colocar una placa de recuerdo en la pasarela sobre el Bernesga que, curiosamente, pasará a la intrahistoria local como el «puente de Triana». A Isabel Carrasco no solo la mataron; también le robaron la fama.

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