Diario de León

EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO. UNOS PASARON FRÍO Y OTROS SUDARON LA GOTA GORDA

Dentro querían quitarse el marrón y fuera salir en la tele

El jurado popular que inclinará la balanza en el asesinato de Isabel Carrasco levanta más expectación mediática que ninguno de los 58 que se han celebrado en 20 años en León

Pocos curiosos se acercaron ayer a las puertas de la Audiencia Provincial de León a ver el ambiente previo al juicio de Isabel Carrasco, las televisiones con sus antenas y vehículos acapararon la atención.

Pocos curiosos se acercaron ayer a las puertas de la Audiencia Provincial de León a ver el ambiente previo al juicio de Isabel Carrasco, las televisiones con sus antenas y vehículos acapararon la atención.

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Iba a ser un día duro y la mañana empezó con blandura. Húmeda y oscura. El tercer lunes de enero amanecía lleno de expectación en la calle del Cid. Con las cámaras clavadas sobre la puerta de la Reina —portada postiza de la Audiencia Provincial de León— y las parabólicas compitiendo con el gallo de San Isidoro.

El viejo reino se cuela, una vez más, otra vez, en el oropel de la televisión por el resquicio de la crónica negra. Dentro del palacio, donde dicen que nació Guzmán el Bueno, 28 ciudadanos y ciudadanas pasan el trago de convertirse, o no, en uno de los nueve integrantes del jurado popular (más dos suplentes) para juzgar el asesinato de Isabel Carrasco.

—¡Suerte!— le dicen a uno a la hora del café.

—Suerte sería que me mandaran para casa— responde el hombre, abrumado.

«Ser jurado es un marrón», un cargo de conciencia», reflexiona un obrero de la construcción jubilado que toma el sol —la mañana se va animando— delante de la fachada de San Isidoro.

«Me gustan los juicios y he venido a curiosear», confiesa. El hombre encaminó su paseo mañanero desde Puente Castro hasta el corazón de la ciudad para ser testigo directo del acontecimiento.

—A alguno le gustará estar por el morbo— alega un vecino.

También está jubilado y tiene más curiosidad por el destino de los restos de Isabel Carrasco que por la selección de los miembros del jurado popular.

—¿Dónde la enterraron?— pregunta.

—Pero ¿no ves que la quemaron?— le responde el vecino.

—¿Y qué hicieron con las cenizas?— insiste.

—Eso no lo sé. Pero Carrasco no tenía buena reputación. Dicen que tenía 13 empleos— añade el otro.

—Serían sueldos— responde alguien a su lado.

Fuera hace frío, no hay sol que valga. Dentro sudan. Quieren quitarse el marrón. Once no podrán. Se han cumplido veinte años de jurado popular y el crimen de Carrasco suma 58 juicios con jurado en León. Para ellos y para ellas es la primera vez.

Una experiencia nueva. «Yo no querría estar en su lugar», comenta otro curioso. Ajenas a las preocupaciones y al interrogatorio de los candidatos se acercan dos niñas del Colegio Leonés a las cámaras de televisión con un deseo. Retratarse con el micrófono en la mano. El despliegue de medios informativos se convierte en el centro de atención para vecindario, caminantes y visitantes de la Basílica de San Isidoro. Sacan su móvil y hacen la foto de rigor:

—Para enviársela a nuestra hija que está en Bruselas. Que sepa lo que pasa en su tierra.

El crimen de Carrasco no ha atraído a medios internacionales, con excepción de una productora que prepara un documental. Se han acreditado 160 periodistas de 40 medios de todo el país.

El juicio de Bretón, el padre condenado por el secuestro y asesinato de sus dos hijos, es el más parecido al que hoy comienza en la Audiencia Provincial de León desde el punto de vista de la atención mediática. Más cercano el de la niña Asunta, en Santiago de Compostela.

La profesora que trae a los escolares de Carrizo de la Ribera a visitar la Basílica de San Isidoro, en este año de la Misericordia, intenta sin demasiado éxito explicar las grandezas del edificio y el significado de la puerta del Perdón.

«Es uno de los templos más importantes de toda España...», insiste la maestra mientras las miradas de las criaturas se desvían en dirección de las furgonetas y coches de las televisiones, que actúan como imanes.

—Yo quiero salir por la tele. ¿Por qué están ahí?— pregunta un crío.

—Por la Carrasco— le responde un compañero.

El crimen ha calado en el imaginario colectivo. Es un referente para leoneses y leonesas de todas las edades. Y una ventana para León en el mediático mundo.

—Fue una atrocidad— comenta un hombre que conoció a la malograda presidenta de la Diputación.

—Tiene que haber una condena. No se puede quitar la vida de una persona— apunta Roberto, otro jubilado que cumple con su paseo diario.

A la gente le sorprende que la vista, a partir de hoy, sea pública.

—Pero, ¿dejan entrar?

—Si llegan pronto y hay sitio, es audiencia pública— explica alguien.

Roberto, que viene desde Villaobispo y relata su vida de tornero en cinco minutos, nunca ha estado en un juicio y «me gustaría, todo lo que sabe es lo que ha visto en la televisión. Lo que más le intriga, confiesa, es «el papel» de la policía local.

—Yo creo que le han cargado la muerta—apostilla el otro jubilado de Puente Castro.

—Lo que tenía que haber hecho es decirlo todo antes. Si no es por el policía jubilado a estas no las cogen nunca—alega el de la construcción.

Todo el mundo tiene una opinión. Pero la última palabra las nueve personas —y dos suplentes— que son seleccionadas, después de seis horas, entre las 28 citadas. La balanza de la justicia está en sus manos. Gente corriente y anónima que durante un mes escuchará atentamente a acusadas, testigos, peritos, abogados y fiscal.

No es el primer juicio por jurado que se celebra en León, aunque lo parece por la atención mediática. Será el más largo y el que más proyección alcance dentro y fuera de la provincia en muchos años.

Ayer, al final, unos pasaron frío y otros sudaron la gota gorda.

Veremos cómo pinta hoy el día para Montserrat, la autora confesa del crimen de Carrasco.

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