Diario de León

La infanta aterriza en el juicio

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Tampoco es que fuera especialmente expresiva pero, desde luego, nada que ver con lo que ocurrió hace un mes cuando durante casi quince horas logró mantener un gesto hierático, como si en realidad estuviera a miles de kilómetros de la sala. Cristina de Borbón aterrizó finalmente en el juicio del caso Nóos. Se mostró mucho más relajada que en la sesión de cuestiones previas del pasado 11 de enero, conversó con otros imputados y siguió con bastante interés la vista en la que se enfrenta a ocho años de cárcel.

No hubo sonrisas. Pero sí que se vieron expresiones en su rostro. Como la de agradecimiento cuando la mujer de Diego Torres, Ana María Tejeiro, sentada delante suyo, le ofreció un caramelo. La infanta rechazó el dulce, pero hizo un gesto hacia la mujer con la que hace años compartía sobremesas en largas cenas de matrimonio.

Cristina de Borbón se atusó el pelo, cambió de postura, miró al público, movió la cabeza, casi se le atisbó un bostezo…. un comportamiento absolutamente normal que, sin embargo, fue imposible ver en su visita en enero, cuando quizás pensaba que jamás volvería a pisar el polígono Son Rossinyol porque la ‘doctrina Botín’ le iba a librar.

Se le vio cómoda en el banquillo, incluso hizo ‘migas’ con el imputado más cercano, el supuesto cerebro de la trama internacional de Nóos, Salvador Trinxet. Escuchó con mucha atención las graves acusaciones de Pepote Ballester contra su marido. No llegó a torcer el gesto.

Cristina de Borbón se mostró más interesada en lo que pasaba en el juicio que su propio esposo.

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