PSOE y C’s discuten detalles para sellar un pacto de legislatura
Albert Rivera sopesa entrar en el Gobierno de Sánchez si cierran «un gran acuerdo».
a. torices | madrid
Ciudadanos y PSOE pisaron ayer el acelerador. En plena noche sus equipos seguían encerrados en varias salas del ala socialista del Congreso en lo que parece el intento definitivo para superar los flecos de la negociación y poder anunciar en horas que cuentan con un pacto para investir como presidente del Gobierno a Pedro Sánchez y ejecutar un amplio programa pactado de reformas durante la legislatura.
De hecho, aunque al cierre de esta edición desde Ciudadanos insistían en que el pacto aún no está cerrado, su líder, Albert Rivera, convocó, sobre las ocho de la tarde de ayer, para hoy, su primera rueda de prensa en Madrid en once días , en la Cámara baja, con la ambigua descripción literal de «valorar la actualidad política».
La convocatoria de la rueda de prensa de Ciudadanos se produjo justo después de que el propio Rivera se reuniese de improviso y de manera discreta en las dependencias del Congreso con el candidato a La Moncloa socialista, que sin embargo días antes había declinado mantener una cita semejante con el líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Ninguno de los dos había participado hasta ahora de forma directa en las negociaciones que los centristas y los socialistas desarrollan desde hace más de quince días -salvo para dar el 5 de febrero el visto bueno al diálogo-, y fuentes de Ciudadanos siempre indicaron que su líder sólo entraría en juego si era para intentar desencallar al más alto nivel los últimos escollos de la negociación -pocos, pero de peso- y poder cerrar así un acuerdo entre ambas formaciones.
La cita se produjo después de que uno de los principales negociadores socialistas, el ex jefe de Gabinete en los ejecutivos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, José Enrique Serrano, no acudiese junto al resto del equipo socialista al encuentro programado a las 16.30 horas con Podemos, IU y Compromís. Serrano se quedó fuera para poder debatir en paralelo con la dirección parlamentaria de Rivera, encabezada por José Manuel Villegas y Juan Carlos Girauta, y con otros importantes expertos del partido naranja como el responsable del programa económico, Luis Garicano, o su portavoz en el Congreso en el mismo área, Toni Roldán.
25 consensos
Según fuentes consultadas, los equipos de negociadores del PSOE y Ciudadanos tendrían ya un acuerdo en al menos 25 puntos programáticos, entre ellos los referentes a regeneración y lucha contra la corrupción, medidas para el crecimiento económico, políticas sociales y lucha contra el paro, compromiso con la UE, y reforma de la Constitución y reforma institucional, y los desacuerdos se centrarían en el ámbito laboral y en la supresión de duplicidades administrativas.
Los escollos que separan a Ciudadanos del acuerdo son el diseño final sobre qué tipo de contratos y reformas tiene que haber en el mercado laboral para acabar con la excesiva temporalidad y la precariedad en el empleo y la petición de supresión de las diputaciones, que la formación naranja cree que aportaría un ahorro de 4.000 millones anuales en el gasto público, lo que permitiría pagar los nuevos planes sociales sin elevar el IRPF. Sobre el Senado habría un principio de acuerdo. No se pedirá su supresión a cambio de que se convierta en una cámara de debate de temas territoriales, con elección autonómica y con un número de miembros notablemente inferior al actual.
A lo largo del día Rivera se implicó en el pulso y apretó a los socialistas con la técnica del palo y la zanahoria. Desveló en una entrevista que si su partido lograse cerrar «un gran acuerdo» con el PSOE, un pacto de legislatura en el que los socialistas asumiesen «el 70% o el 80% de las reformas que planteamos», no sólo apoyaría la investidura de Sánchez sino que se plantearía entrar en el Ejecutivo para darle una mayor estabilidad parlamentaria.
«Si hay un pacto suficientemente reformista para España, nosotros nos podemos replantear nuestras posiciones», abundó, abierto a pasar de la abstención para la investidura de Sánchez -el máximo que oficialmente ofrecía hasta ahora- a un voto afirmativo e, incluso, a entrar en un Gobierno que él no presidiese, una decisión que hasta ayer descartaba.
El dirigente centrista flexibilizó su postura con la clara intención de inclinar hacia sus intereses el tramo final de la negociación. Sabe que su oferta de pasar de una abstención a un sí en la investidura es una de las noticias que más ansía el PSOE.