Diario de León

Torres se derrumba en su intento de salvar a la infanta

La Fiscalía busca frenar los intentos para aclarar el papel de la Casa Real.

El ex socio de Urdangarín, Diego Torres, durante su declaración en la jornada de ayer. cati cladera

El ex socio de Urdangarín, Diego Torres, durante su declaración en la jornada de ayer. cati cladera

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m. sáiz-pardo | palma

Diego Torres trató ayer en el juicio del caso Nóos de exculpar de todo a Cristina de Borbón como parte de su pacto con Iñaki Urdangarín para intentar salvar a las esposas de ambos y cargar el muerto al trío de hermanos arrepentidos Miguel Tejeiro, asesor fiscal de Nóos; Marco Antonio, gerente; y Luis, el contable. Pero el ex profesor de Esade se derrumbó y terminó negándose a contestar a más preguntas de la letrada de Manos Limpias, Virginia López-Negrete, quien le acorraló en sus contradicciones. Hace tres años, Torres dijo que la infanta lo sabía todo, pero ayer no quiso confirmarlo y acabó por refugiarse, por primera vez, en el silencio.

La sesión fue tensa. Manos Limpias apuntó en su interrogatorio directamente a la Casa Real, a Juan Carlos I y a Cristina de Borbón. «¿La inclusión de la infanta fue un gancho para captar contratos?», inquirió sin preámbulos López-Negrete. «No, de ninguna manera», fue la primera evasiva de Torres.

Las primeras preguntas de la acusación popular provocaron la reacción airada de la Fiscalía, convertida de nuevo en la más berroqueña defensa de la hermana del jefe del Estado. Pedro Horrach trató de frenar la ofensiva contra Cristina de Borbón con el argumento de que las preguntas se referían a su participación en Nóos, cuando la infanta sólo está imputada por su supuesta colaboración en los delitos de fiscales de su marido a través de Aizoon, la compañía propiedad del matrimonio. El fiscal insistió en que Manos Limpias quería implicar a la hermana del jefe del Estado en delitos como la malversación por los que no se sienta en el banquillo. Pero la presidenta del tribunal, Samantha Romero, vapuleó a Horrach y le hizo callar.

Tampoco las airadas protestas del letrado de Cristina de Borbón, Pau Molins, acusando a López-Negrete de hacer preguntas «impertinentes» con el único fin de enfangar a la Corona convencieron a la sala. También hicieron caso omiso ante las quejas del letrado de Torres, Manuel González-Petters, consciente de la celada en la que estaba a punto de caer su cliente y que ponía en riesgo el pacto de no agresión con el matrimonio Urdangarín-Borbón. Tantos intentos de boicotear a Manos Limpias enfadaron a la presidenta de la sala que lanzó una dura advertencia a los defensores y a Horrach: «El tribunal va a blindar su independencia y va actuar conforme la Constitución y las normas que le vinculan».

Esa frase fue el principio del fin de Torres y la barra libre para López-Negrete. Primero, a pesar de sus reticencias, logró que el imputado confesara que el abogado del rey, José Manuel Romero, conde de Fontao era, tal y como él mismo reconoció en la fase de instrucción, un enviado del entonces jefe del Estado. «¿Romero era una emisario de Juan Carlos I?», preguntó la letrada. «Sí, desde mi punto de vista sí», respondió.

Ahí vino el guirigay. López-Negrete preguntó a Torres hasta qué punto Cristina de Borbón conocía lo que hacía su marido en Nóos. El acusado, muy nervioso, se anduvo por las ramas. «Lo desconozco», fue su respuesta evasiva. La abogada le recordó su declaración del 6 de febrero de 2013 en la que aseguró que «evidentemente» la infanta y la Casa Real sabía todo lo que pasaba en Nóos.

La gota que colmó el vaso fue otra demanda de información de López-Negrete. «¿Ha llegado usted a algún pacto?», en clara referencia al acuerdo que tienen los ex socios para acusar a terceros y salvar a sus esposas, verdadera obsesión de Torres y Urdangarín. «Creo que no voy contestar más preguntas», fue su balbuceante respuesta.

Torres se parapetaba en el silencio a las puertas de lo más jugoso después de 19 horas de abrumar al tribunal con farragosas explicaciones académicas y tediosas.

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