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Rita Barberá afirma que «todo es absolutamente falso» y rechaza dimitir

La ex alcaldesa pide sosiego a la «juventud» del partido y diferencia entre el nuevo y el viejo PP.

La ex alcaldesa de Valencia y senadora, Rita Barberá, durante su comparecencia de ayer. j. c. cárdenas

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León

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nuria vega | madrid

Puede que haya vida fuera de la política, como sugiere la savia nueva del PP, pero Rita Barberá no está dispuesta a comprobarlo. «Muy clarito y muy fuerte: que no dimito, es que ni me lo planteo», zanjó ayer la aún senadora en una rueda de prensa que la dirección de los populares venía demandando desde que el mes pasado saltó el escándalo de una posible trama de blanqueo de capitales en su grupo municipal. La ex alcaldesa de Valencia se había preparado a fondo los cuarenta minutos de intervención en defensa propia que se convirtieron en la escenificación de la fractura entre el viejo PP y la generación de políticos que aspira a renovar la formación; entre su «buen amigo» Mariano Rajoy, que siempre da la cara por ella, y la «juventud» del partido, que está dispuesta a prescindir de todo aquel que pueda tener algún vínculo, aunque sea político, con algún caso de corrupción.

Pero la ‘doctrina Rajoy’ se impuso ayer en la sede valenciana de los populares. Un día después de que el presidente del Gobierno en funciones se escudara en el desconocimiento de las acusaciones que puedan pesar sobre Barberá, la ex regidora se aferró a ese argumento y recordó que el sumario de la causa continúa siendo secreto. «Todo es absolutamente falso», sentenció tras descartar haber «contribuido, ordenado o conocido» ningún blanqueo de dinero. «La alcaldesa -prometió- nunca ha tenido una caja B». Es más, llegó a poner «la mano en el fuego» por todos los concejales que trabajaron con ella, pese a estar investigados, y por su número dos, Alfonso Grau, con quien, sin embargo, reconoce mantener una relación «tensa y fría».

Pero en el partido ha cundido la desconfianza. Algunos dirigentes lamentan en privado los días que Barberá ha pasado «escondida en casa» y censuran que se resista a asumir responsabilidades políticas, no penales, cuando su continuidad en el escaño del Senado está «perjudicando» al PP. Desde la cúpula agradecen al menos la comparecencia pública y optan por esperar «las actuaciones de la Justicia» antes de tomar cualquier decisión sobre quien ha sido un referente para los populares y un pilar para el presidente. Pero los dirigentes más jovenes del PP se revuelven.

Arrecian las voces que comparten la visión de vicesecretarios como Pablo Casado o Javier Maroto, partidarios de una «purga» que limpie sus filas, golpeadas por la corrupción, «caiga quien caiga». Y algunos de esos dirigentes se sintieron ayer molestos por la petición de «sosiego» de Barberá. «Con la mayoría de los compañeros he hablado, y en unos casos, por juventud, y en otros, por otras razones que desconozco, los he encontrado precipitados», reprochó la ex alcadesa.

Las referencias a la edad molestaron en el sector menos veterano del partido. «A la gente no hay que medirla por los años de militancia, sino por lo que aporta en cada momento», censuró un representante popular. Pero lo cierto es que la senadora no empleó un lenguaje muy distinto del utilizado por Rajoy en el Comité Ejecutivo del pasado lunes, cuando recomendó «templanza» a los suyos y no reaccionar con «histeria» frente a los presuntos escándalos.

«Soy una persona honrada -insistió-, no soy una persona corrupta». «Gracias a Dios que mis padres no viven», exclamó antes de poner en marcha el ventilador para recordar los casos de corrupción del PSOE y cuestionar la financiación de Ciudadanos.

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