Diario de León

El presidente del Congreso se estrena como árbitro en un debate bronco

Margallo, Fernández Díaz y hasta Rajoy solicitaron intervenir al sentirse ofendidos.

El presidente del Congreso, Patxi López, durante su labor en la jornada de ayer. CHEMA MOYA

El presidente del Congreso, Patxi López, durante su labor en la jornada de ayer. CHEMA MOYA

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rosa belmonte | madrid

Ayer fue un día de colonia Chispas. De primeras veces. La primera intervención en el Congreso de Pablo Iglesias, la primera intervención de Albert Rivera, la primera bronca de Patxi López. El presidente del Congreso estuvo en plan protagonista. Ha dejado en nada al cascarrabias Manuel Marín, que parecía el abuelo de Marisol (además de llamar Joms a Homs). Debutó después de que Iglesias soltara que «Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva» y los socialistas enfurecieran. Lo mejor es que Pablo estaba ofendido: «Nosotros decimos las cosas con educación», «guarden ustedes las formas». Intervino el presidente: «Tu tiempo ya ha terminado» (¡Tu!). El de Podemos se cabreó por la pérdida de tiempo.

Ahí vino la primera diatriba de López, pero hubo más. Sobre todo cuando se le subían a la chepa tirando del artículo 71 del Reglamento, que permite intervenir cuando se emite un juicio de valor o una falsedad. Aludidos se sintieron Margallo, Fernández Díaz, Hernando (por unos lingotes de oro) y hasta Rajoy, que perdió en esa intervención el crédito que había ganado con la que abrió la jornada. Una jornada en la que estuvieron casi los mismos. Con la presencia de la novia de Albert Rivera, Beatriz Tajuelo, y la ausencia de la mujer de Pedro Sánchez. Sus padres sí repitieron. Con Monedero, que no estaba cuando Rivera lo nombró. También fue al Congreso la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, que siguió a su jefe al lado del padre Ángel. La concejal de Ciudadanos le enseñó la foto de Iglesias y Domenech a lo Breznev-Honecker en el móvil (el nuevo niño Bescansa). El cura le pidió que se la pasase.

Debió de ser el de Rajoy un planteamiento ‘De perdidos al río’. Se marcó una actuación jocosa tirando de los Pactos de los Toros de Guisando, la conjunción interplanetaria, el perro del hortelano, un rigodón con cambio de pareja o la «sesión especial exclusiva» del martes.

Cuesta decirlo pero me pasa lo que a Maruja Torres con los Corleone («Cuanta más gente conozco, más me gustan los Corleone»). Cuanta más gente escuchaba ayer, más me gustaba Rajoy. Y eso que Sánchez mejoró muchísimo con respecto al día anterior. Pero ahí teníamos a ese Pablo Iglesias que empezó apelando a La Gente (la hay donde quiera que vas), se consideró heredero de los «hombres justos» (pero Anguita y Labordeta hablaban mejor que él) y acabó gritando a falta de megáfono. O a ese Albert Rivera tan Platero. Peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón.

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