Diario de León

Urdangarín apunta a la Casa Real para descargarse de responsabilidad

«No daba un paso en mi vida sin consultárselo a García Revenga», asegura el imputado.

Iñaki Urdangarín durante sus respuestas al fiscal, Pedro Horrach. CATI CLADERA

Iñaki Urdangarín durante sus respuestas al fiscal, Pedro Horrach. CATI CLADERA

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m. sáiz-pardo | palma

Víctima de todos e ignorante de todo. Iñaki Urdangarín se esmeró durante casi ocho horas en presentarse a sí mismo casi como una ‘cabeza de turco’ de una conjura. Una suerte de conspiración para hacerle delinquir sin que él jamás se enterara. Desmemoriado en extremo cuando se veía acorralado, señaló como principales responsables de sus delitos a sus asesores y por primera vez apuntó -y lo hizo por partida triple- a la Casa Real para exonerarse.

Pero en esa complicada estrategia el imputado naufragó en un mar de continuas incoherencias. Una circunstancia que el fiscal Pedro Horrach aprovechó para ‘crucificarle’ ante el tribunal. El segundo día de interrogatorio del ex duque estuvo plagado de incontables contradicciones –cerca de tres decenas– sobre todo en las preguntas en las que alegaba una aparente amnesia cuando hace tres años sí recordaba todo, incluidas las cuentas de Nóos.

Su desmemoria, eso sí, fue selectiva, porque sí que se acordó de todos los detalles para intentar enfangar a la Casa Real. Por primera vez desde que comenzara este caso hace cinco años, Urdangarín descargó su responsabilidad en Zarzuela, siguiendo el camino marcado por su ahora, de nuevo, amigo Diego Torres. «No daba un paso en mi vida sin consultárselo a García Revenga», dijo el imputado en referencia a la supuesta supervisión que ejercía el secretario de las infantas.

Carlos García Revenga no fue el único asidero ‘real’ al que se agarró Iñaki Urdangarín. El ex duque tiró también para exculparse del asesor jurídico de Juan Carlos I, José Manuel Romero, conde de Fontao, con el que dijo que mantenía «reuniones periódicas» y que fue el que le instó a que se desvinculara «formalmente» del Instituto Nóos en 2006.

También sacó a colación el nombre de Federico Rubio, un alto funcionario de la Agencia Tributaria, al que calificó de «asesor que venía por parte de la Casa del Rey» para controlar la declaración fiscal de la infanta, de él mismo y de Aizoon. O sea, dando a entender que tenía el visto bueno de Zarzuela para facturar a través de la sociedad trabajos personales, cometiendo así un flagrante fraude.

Iñaki Urdangarín, en esa táctica de culpar a otros, llegó incluso de tratar de desvincularse del mayor ‘pelotazo’ que dio el Instituto Nóos, las cumbres Valencia Summits de 2004, 2005 y 2006 por las que las administraciones de aquella comunidad pagaron 3,1 millones de euros. Aseguró que la idea y «sugerencia» de que esos eventos deportivos se celebraran en Valencia fue del ex presidente del COI, Juan Antonio Samaranch. Según Urdangarín, Nóos pretendía hacer esos encuentros en Boston y no en la capital del Turia.

Más coartadas

Pero Zarzuela y Samaranch no fueron sus únicas coartadas. También arremetió contra los ‘arrepentidos’ que le señalan, Marco Antonio Tejeiro, contable de Nóos, y Miguel Tejeiro, asesor fiscal del entramado y de Aizoon. A Miguel Tejeiro fue al que acusó directamente de haberle metido en el lío de Aizoon. Él, según el marido de la infanta, «creó» la sociedad en 2003. «Me dijo que para canalizar mis honorarios era interesante tener una sociedad». También imputó a Miguel Tejeiro la idea de fundar De Goes, la sociedad que usó supuestamente el ex duque para blanquear. «Siempre he confiado en su opinión», explicó.

A su papel de víctima de los Tejeiro, Urdangarín le dedicó mucho tiempo. «Yo seguía las instrucciones de Miguel y Marco Tejeiro». «Estaba siempre dirigido por mis asesores». «Siempre he delegado en mis asesores». «Me dedico a lo que me dedico y siempre he confiando en las personas que tengo a mi alrededor». «Yo siempre soy asesorado por Miguel y Marco Tejeiro en los temas contables y fiscales»…y así, hasta la saciedad.

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