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El PSOE asume que será ya muy difícil volver al diálogo con Podemos

La acusación de Iglesias a Felipe González de tener las manos «manchadas de cal» sienta muy mal.

Pedro Sánchez en la sesión de la tarde de la segunda jornada del debate de su investidura. JAVIER LIZÓN

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León

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p. de las heras | madrid

No es que no se lo esperaran. Pedro Sánchez y su equipo sabían que Pablo Iglesias iba a hacer ayer un discurso duro para justificar su ‘no’ a la investidura de Pedro Sánchez, que los acusaría de ambigüedad, que desdeñaría su acuerdo con Ciudadanos y que se erigiría en la voz del pueblo. Pero creían que dejaría algún hilo del que poder tirar en el futuro. Ahora, en cambio, muchos lo dudan. «Ha buscado hacer daño en las entrañas del PSOE», describió de manera gráfica el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. «Ha sido -decían otras fuentes- una voladura de puentes en toda regla».

Una frase sintetiza por encima de todas las demás ese intento de cortar relaciones. «A usted le han prohibido gobernar con nosotros, lo dijo Felipe González -espetó el líder de Podemos-; cuídese de él porque tiene las manos manchadas de cal viva». Criticar a González es para la inmensa mayoría del PSOE como mentar al padre, pero hacerlo además con un asunto como la lucha antiterrorista -lo de Iglesias fue una referencia al asesinato de Lasa y Zabala por parte de los GAL- llega a la categoría de provocación intolerable que debería impedir retomar un mínimo diálogo si no se produce antes una disculpa formal.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, no tardó en reclamarla. Y aunque Sánchez no fue tan lejos, no falta en su entorno quien afirma que ha de hacerlo. De momento, el secretario general del PSOE se quedó en la defensa de su historia, se declaró «orgulloso» del ex presidente socialista y recordó el protagonismo del partido en la lucha de los demócratas contra ETA desde el pacto de Ajuria Enea. «Nosotros no jugamos con el terrorismo –dijo tras recordar que Podemos da a Arnaldo Otegi trato de preso político- porque lo hemos sufrido en nuestras propias filas».

El caso es que la anécdota fue interpretada incluso por algunos de los ‘sanchistas’ más acérrimos, y hasta ahora más optimisas, como la constatación de que Podemos no les facilitará el Gobierno, ni ahora ni dentro de dos meses. «Llegamos a este nuevo capítulo de la investidura peor de lo que lo empezamos -dicen-; no sólo no se ha avanzado nada sino que se ha retrocedido». Los críticos, mientras, entonan su «ya lo advertí». «Con este discurso, Iglesias no puede abstenerse», alegan.

En la cúpula del partido, sin embargo, no tiran la toalla.

En el núcleo más cercano a Sánchez no falta, además, quien asegura que Iglesias se equivoca de medio a medio en el tono. Dicen que el suyo es un discurso propio de la IU de Julio Anguita, el de «la pinza» con el PP.

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