Rajoy tacha de corrupto al candidato Sánchez

nuria vega | madrid

La bancada del PP palpitó de nuevo con su presidente. Mariano Rajoy subió ayer a la tribuna para condensar en cinco minutos la intervención en la que se había recreado durante más de media hora el miércoles pasado. Los reproches a Pedro Sánchez quedaron tan concentrados en dos folios y medio que el discurso pareció una retahíla de agravios encaminados a decirle al líder socialista que de los populares no esperara ninguna complicidad para gobernar. «Ha puesto las instituciones al servicio de su supervivencia y eso también es corrupción», se despachó el presidente del Gobierno en funciones.

Rajoy respondía, en realidad, a la acusación del candidato a ser investido, que había empleado el mismo término para denunciar una «utilización partidista de las instituciones públicas» por parte del PP. Puede que al jefe del Ejecutivo le persiga durante mucho tiempo su rechazo a la oferta del rey de intentar formar Gobierno, pero no está dispuesto a que Sánchez le cuestione habiendo «perdido las elecciones» y, sobre todo, tras protagonizar una investidura fallida que, a su juicio, ha sido «un fraude, un engaño, una farsa».

Las filas del PP parecen haber revivido estos días con las píldoras irónicas y críticas de su presidente hacia el secretario general del PSOE. Sólo algunas voces, entre los más veteranos del partido, se revuelven cuando Rajoy afea a Sánchez el haber engañado al monarca para defender su proyecto en el Congreso. «No le perdona que le encargara la tarea de formar Gobierno», aseguran. Pero las relaciones con el líder socialista son tan tensas y la necesidad de los populares de reivindicar su posición «tan grande», como explican en la formación, que todo vale con ese propósito.

«Ha perdido esta investidura, nos ha hecho perder a todos el tiempo, ha generado falsas expectativas y las ha defraudado», le espetó Rajoy a su adversario tras recriminarle su «sectarismo» por tratar de hacer todo lo posible por evitar un Gobierno del PP e invitar a los populares a sucribir una «contrarreforma» de sus propias políticas. «No nos han elegido para apoyar la voladura de nuestra obra», advirtió Rajoy, orgulloso de su legado y convencido de que sólo hay que corregir lo que no funciona. «Lo contrario se llama síndrome de Adán, algo propio de mentalidades inmaduras», zanjó.

El presidente trasladó, además, a Sánchez la responsabilidad de tener que convocar nuevas elecciones: «Respete la voluntad de los españoles y no les obligue por su cerrazón a tener que volver a pronunciarse el 26 de junio».