Nuevas dimisiones en Madrid agravan la crisis en Podemos
La dirección nacional desvincula las renuncias de un choque entre Iglesias y Errejón a cuenta de la estrategia en la negociación con el PSOE.
ander azpiroz | madrid
Podemos atraviesa su peor crisis interna desde que se constituyó como partido hace algo más de dos años. La dimisión de nueve dirigentes de la formación en la Comunidad de Madrid, que se suma a la del lunes del secretario de Organización regional, Emilio Delgado, han puesto en jaque a la organización que dirige Luis Alegre, una de las personas de mayor confianza de Pablo Iglesias. En el pasado Podemos había vivido duros enfrentamientos a nivel autonómico y estatal entre el sector oficialista y el crítico que abandera Izquierda Anticapitalistas. Esta vez, sin embargo, el cisma se produce en las propias filas de Iglesias.
Con la cascada de dimisiones en Madrid la situación de Alegre se complica. Máxime cuando los oficialistas mantenían una exigua minoría en los órganos de dirección frente al sector crítico afín al eurodiputado Miguel Urbán. Si finalmente cae y la dirección nacional se ve obligada a crear una gestora hasta la celebración de unas nuevas primarias, Madrid pasaría a ser la sexta comunidad que Iglesias se ha visto obligado a intervenir en el plazo de un año por las divergencias internas.
Los dimisionarios justifican su decisión en la «deriva» del Consejo Ciudadano de Madrid debida por la mala gestión de Alegre. En cualquier caso, intentan desvincular su decisión del supuesto enfrentamiento interno que mantienen Iglesias e Íñigo Errejón por el control del partido. «Queremos manifestar que nuestras diferencias con respecto a las dirección política de la Comunidad de Madrid no ponen en duda nuestro compromiso con el proyecto, ni tienen relación alguna con supuestas divisiones ficticias de dimisión estatal».
El propio Iglesias salió a desmentir el choque con su número dos poco después de conocerse las dimisiones. «He mandado a Carolina Bescansa y a Íñigo Errejón a Siberia a re-educarse por ¡disidentes!», bromeó en las redes sociales. Aseguró que las informaciones en ese sentido suponen una cortina de humo para tapar, por ejemplo, la imputación del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González.
Los reveses en las organizaciones territoriales van acompañados de la brecha que se ha abierto en la cúpula del partido a cuenta de la forma en que se están llevando las negociaciones con el PSOE.
Cada vez son más los que cuestionan la decisión de no permitir un gobierno de Pedro Sánchez, aunque sea sin ministros de Podemos en el gabinete. Símbolos del partido como el ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo o la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, han manifestado en público su deseo de que se facilite la investidura y después se negocie ley a ley en el Congreso. De puertas para fuera la dirección nacional defiende al unísono el no al candidato socialista, máxime cuando aún quedan dos meses por delante para volver a las urnas.
La cuestión es qué hacer cuando se comience a agotar el plazo. En ese supuesto, el sector más pragmático de Podemos cree que valdría la pena apoyar a Sánchez a cambio de suficientes contrapartidas. A la cabeza de este grupo muchos sitúan a Errejón y la causa del posible conflicto con Iglesias que todos en Podemos se esfuerzan en desmentir.
El número dos del partido ya se enfrentó en 2015 a Juan Carlos Monedero para evitar la deriva de Podemos a posiciones radicales que podrían haber ahuyentado al electorado más centrista. Ahora, Errejón, calculador por naturaleza, vería más ventajas que inconvenientes en un Ejecutivo de Sánchez.