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Sánchez y Puigdemont buscan el «deshielo» a pesar del referéndum

Ambos se emplazan a abrir una etapa de diálogo, aunque chocan por el independentismo.

Sánchez y Puigdemont, al inicio de su primera reunión. TONI ALBIR

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León

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C. reino | Barcelona

Desde la más absoluta de las discrepancias ideológicas, el presidente de la Generalitat y el líder del PSOE abrieron una nueva etapa de relaciones basada en el diálogo. Carles Puigdemont y Pedro Sánchez se reunieron durante una hora en la sede del Gobierno catalán y acordaron, al menos, seguir hablando pese a su profundo desacuerdo.

Ambos constataron las enormes distancias que les separan. Sánchez rechazó una vez más el referéndum sobre la independencia y cargó contra la hoja de ruta secesionista por «ilegal», «unilateral» y por no contar con el apoyo mayoritario de la ciudadanía. Pero Puigdemont le trasladó su intención de mantener el rumbo «inalterable» hacia la construcción de un Estado catalán dentro de 16 meses.

El proceso soberanista es un muro insalvable para el entendimiento entre las fuerzas de ámbito estatal, como el PSOE, y el Gobierno catalán, que está decidido a cumplir con su hoja de ruta, aunque cada vez sean más las voces dentro del soberanismo, como el ex consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, que apuestan por ralentizar el ritmo. A Sánchez no le gusta el plan que tiene Puigdemont para Cataluña, de la misma manera que al presidente de la Generalitat no le convence en absoluto la reforma constitucional que el líder socialista propone como solución al pleito catalán.

Insuficiente

Tras la reunión, la consejera de la Presidencia, Neus Munté, afirmó que el Ejecutivo catalán no es «favorable» a la propuesta en clave federal que plantean los socialistas como solución a la crisis territorial y advirtió que no se les encontrará participando en ella. Es claramente «insuficiente», dijo Munté. Para los independentistas, toda oferta de encaje de Cataluña dentro del Estado que se haga desde Madrid y que no incluya al menos un referéndum, no puede ser considerada como alternativa a su hoja ruta. Sí hay elementos, en cualquier caso, sobre los que ambas partes podrían explorar acuerdos a corto o medio plazo, como son el modelo de financiación, la inversión en infraestructuras o el blindaje de la inmersión lingüística, incluidos en los 23 puntos que Artur Mas trasladó en su día a Mariano Rajoy. La Generalitat quisiera que el secretario general del PSOE tuviera otra actitud en relación a la querella por el 9-N y Puigdemont le trasladó su malestar por afirmar, como hizo en el debate fallido de investidura, que en Cataluña hay un problema de convivencia como consecuencia del debate secesionista. A pesar de las diferencias, ambas partes se felicitaron por haber abierto un nuevo «marco de diálogo» y el inicio del «deshielo» después de cuatro años en los que las relaciones entre el Gobierno central y el autonómico han estado caracterizadas por el enfrentamiento.