Diario de León

El proceso soberanista de Cataluña pierde fuelle

Los partidos secesionistas maniobran hacia escenarios más posibilistas.

El presidente catalán, Carles Puigdemont. TONI ALBIR

El presidente catalán, Carles Puigdemont. TONI ALBIR

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C. Reino | Barcelona

Seis meses después de las elecciones catalanas, planteadas en clave de plebiscito, el secesionismo muestra síntomas de agotamiento: la mayoría absoluta que Junts pel Sí y la CUP obtuvieron el 27-S estaría hoy en peligro en caso de elecciones autonómicas, según las encuestas de la propia Generalitat (CEO). Además, la alianza entre Junts pel Sí y la CUP es cada vez más débil, pende de un hilo llamado presupuestos de la Generalitat y el proceso no acaba de despegar hacia la ruptura al ritmo que sus protagonistas desearían.

Por ello, el fantasma de la marcha atrás vuelve a estar en boca de todos. Está tan extendido que el ex presidente de la Generalitat, Artur Mas, tuvo que improvisar recientemente una comparecencia para calmar a las bases: «¿Recular?, no me hagan reír», dijo. El caso es que había sido el propio Mas el que había alimentado las especulaciones cuando expresó que la nueva CDC no será independentista, sino soberanista, y que no se le podían exigir al Gobierno catalán objetivos tan ambiciosos que no pudiera cumplir. El también convergente Josep Rull abonó aún más la teoría de la rectificación al afirmar que en la nueva Convergència también tendrán cabida los no secesionistas. El cuadro declarativo lo completó Oriol Junqueras, descartando la independencia unilateral.

Sin embargo, el elemento que lleva a la oposición no secesionista a afirmar que hay rectificación de la hoja de ruta ha sido la vuelta a la reivindicación del referéndum por parte de CDC, de ERC, y hasta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).

El momento

Ocurre cuando se suponía que el 27-S hizo las veces de referéndum y que, por tanto, esa pantalla ya estaba superada y que los 18 meses previstos para la legislatura debían situar a Cataluña a las puertas de su nacimiento como nuevo estado. En cambio, la realidad está siendo otra y los ritmos son más pausados (aunque solo queden 15 meses). «Lo que pasa es que no queremos dar pasos en falso», señalan fuentes de Junts pel Sí. «Y cuesta -reconocen- visualizar que se avanza». El riesgo de ruptura de la coalición de CDC y ERC sobrevuela la escena política catalana desde el inicio de la legislatura.

A las dificultades objetivas que tiene tirar adelante un proyecto de esta envergadura, el problema añadido que tiene el soberanismo es que no cuenta con las manos libres para actuar a su voluntad. Más allá de la guerra que se libra en el Constitucional, un ejemplo es la posición de Oriol Junqueras, que pasaba por ser el más firme defensor de la declaración unilateral y que esta semana ha sorprendido afirmando que en la vía autonómica aún hay margen de desarrollo competencial.

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