El PP cree que el ministro Soria tendrá que abandonar el cargo
El titular de Industria anula sus intervenciones hasta la comparecencia del lunes en el Congreso.
nuria vega | madrid
El PP se sumió ayer en el desconcierto. Las sucesivas informaciones sobre supuestos vínculos del ministro de Industria con empresas ‘offshore’ en paraísos fiscales han ejercido de gota china en el partido, que durante esta semana ha transitado de la defensa cerrada de José Manuel Soria a contemplar la conveniencia de su retirada. La posibilidad de que un miembro del gabinete de Mariano Rajoy fuera alcalde de Las Palmas y administrador de una sociedad en la isla británica de Jersey supuso ayer para algunos dirigentes populares un cambio cualitativo. «No podrá aguantar en el cargo», sostenían fuentes de la formación.
La cúpula del PP dejó oficialmente en manos de Soria la decisión sobre su futuro más inmediato. Fuentes gubernamentales recordaban que tanto él como el resto de integrantes del Consejo de Ministros fueron cesados el día después de las elecciones generales del 20 de diciembre, por lo que, técnicamente, el titular de Industria en funciones es dueño de su destino. El matiz no implica, en cualquier caso, que el presidente del Gobierno no tenga capacidad para presionar a su equipo y forzar el abandono de cualquiera de sus colaboradores. Y, de momento, en el Ejecutivo se reclaman más explicaciones.
En el entorno de Soria descartaban a primera hora de la tarde que la renuncia se fuera a producir, pese a las «especulaciones» internas. Según informan, todo, incluidas las intervenciones públicas del titular de Industria, ha quedado en suspenso hasta que el lunes acuda a la comisión del Congreso de los Diputados para aclarar su aparición en los llamados papeles de Panamá. Y en la preparación de esa comparecencia ha volcado sus esfuerzos.
Hasta ahora la versión aportada no ha convencido ni tan siquiera en las filas populares. Las aparentes contradicciones de Soria al desmentir toda relación con compañías en paraísos fiscales han generado una sensación de «confusión» en miembros del partido que quieren creer en la limpieza del ministro, pero que admiten no haber comprendido sus explicaciones. «Aunque ilícito no hay nada», defendían estas voces al tiempo que en las entrevistas matutinas el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, argumentaba que el ministro no tiene «nada que ocultar».
El documento que daba a conocer El Mundo sobre una sociedad en Jersey hasta 2002 hizo, sin embargo, enmudecer de inmediato al PP y a su presidente, de visita en Cuenca, donde Rajoy se afanaba en trasladar una reflexión sobre la necesidad de mantener las diputaciones provinciales y lograr un «gobierno moderado». El jefe del Ejecutivo, preocupado y pendiente del teléfono en los pasillos del Parador de la ciudad, se blindó ante los medios. Evitó responder a las preguntas sobre la situación de su ministro y cesaron las declaraciones de los suyos ante los micrófonos.
«Soria no va a poder continuar, se ha enredado demasiado, debería ser cuestión de horas», rumoreaban, sin embargo, en el partido, desde donde, con la sensación de no haber recibido «toda la verdad», se ejercieron llamadas para que rindiera cuentas. «Si no se va y hay elecciones, desde luego no podrá repetir en las listas», sentenciaban. Hoy será la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la que tendrá que enfrentarse a los medios tras la reunión habitual del Consejo de Ministros. Un factor que se valoró en el PP en el análisis de cómo reaccionar ante la nueva crisis.
El PP trata de encajar este golpe a dos semanas de que concluya el plazo para la formación del Gobierno. A día de hoy, las encuestas no reflejan que los casos de corrupción hayan menguado las expectativas electorales del partido, pero los escándalos van desgastando la figura de Rajoy.