Las confluencias autonómicas de Podemos encuentran dificultades
Iglesias, en el centro, acompañado por miembros de su formación en un acto en Madrid. VÍCTOR LERENA
Una vez cerrada su alianza con IU, Podemos se centra ahora en mantener sus confluencias regionales e, incluso, en ampliarlas en Baleares o Aragón. El problema es que sólo le queda de plazo hasta mañana para lograrlo.
La negociación para repetir las fórmulas de coalición que el partido morado fraguó en las pasadas elecciones está resultando más complicada de lo previsto toda vez que los socios de Podemos son ahora conscientes de que difícilmente disfrutarán de grupo propio en el futuro Congreso. Los gallegos de En Marea, los catalanes de En Comú y los valencianos de Compromís-Podemos pactaron las confluencias para el 20-D a cambio de tener voz propia en la Cámara baja. Sus intenciones chocaron sin embargo con la Mesa del Congreso, que con los votos de PP, PSOE y C’s impidieron que los 69 diputados obtenidos en las listas lideradas por Iglesias se desgajaran en cuatro grupos distintos. La negativa se apoyó en el artículo 23 del Reglamento del Congreso que estipula que «en ningún caso pueden constituir Grupo Parlamentario separado diputados que pertenezcan a un mismo partido. Tampoco podrán formar Grupo Parlamentario separado los diputados que, al tiempo de las elecciones, pertenecieran a formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado».
En Galicia, En Marea ha logrado vencer las reticencias de Anova y ya ha anunciado que concurrirá con Podemos al 26-J. También existen complicaciones en Cataluña y Comunidad Valenciana. La alianza en Baleares no será posible y esperan la respuesta de la Chunta en Aragón. Donde no habrá confluencia es en Navarra. Iglesias y su cúpula son conscientes de que un acuerdo con la izquierda abertzale podría pasarle factura en el resto de España.