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POLÍTICA

Rajoy acepta un debate electoral a cuatro y niega la cita con Sánchez

El PP cuestiona que el PSOE siga siendo la segunda fuerza política y se centra en Podemos

El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado. JUAN CARLOS HIDALGO

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León

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nuria vega | madrid

Pese al poco tiempo transcurrido, la contienda del 26-J presenta algunas peculiaridades que la distancian de aquella que concluyó en las urnas el 20 de diciembre. Los resultados electorales y los movimientos políticos registrados desde entonces han alterado el escenario y obligado a los partidos a replantearse sus estrategias. Lo impensable hace cinco meses, reunir en un mismo plató a Mariano Rajoy con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, hoy es ya una realidad. El equipo de campaña del PP anunció ayer que, esta vez sí, el presidente medirá sus fuerzas con los principales adversarios en un debate a cuatro que excluye el cara a cara con el líder de los socialistas.

Los populares decidieron deshojar la margarita horas después de que el PSOE trasladara su voluntad de un cuerpo a cuerpo al que el PP no le encuentra ya sentido. En el planteamiento de los populares, el electorado ya no tendrá que elegir entre facilitar un Ejecutivo de Rajoy o uno de Pedro Sánchez. Esta vez, advierten de que si no gobierna el PP, lo hará Podemos. Y en esa polaridad, el líder de los socialistas ha pasado a un plano secundario en los discursos de la primera fuerza política.

«El debate que más refleja la pluralidad que tiene las Cortes Generales es a cuatro y, si hubiera un debate a dos, habría que valorar cuáles serían esas dos fuerzas que las encuestas reflejan con mayor importancia», espetó el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado. No es sólo que los sondeos publicados e internos recojan la posibilidad de que la coalición Unidos Podemos alcance el ansiado ‘sorpasso’ al PSOE. Lo que de verdad importa en el universo de los populares es generar esa expectativa y alertar al electorado conservador de centro-derecha de que su voto al PP salvará a España de las garras del comunismo.

Es el tradicional discurso del miedo. Sin más misterio ni complejidad. El instrumento que ha encontrado el partido de Rajoy para recuperar los electores que se fugaron a Ciudadanos. Y eso exige erigir a Pablo Iglesias en el nuevo referente de la izquierda en detrimento de Sánchez. Tanto es así que, en privado, los dirigentes populares bromean con la conveniencia de que el presidente del Gobierno, además de debatir a cuatro, confronte en un plató con el líder de Podemos, y fuentes del equipo de campaña aseguran haber recibido el ofrecimiento formal de la formación anticapitalista. Por ahora, los populares más que contemplar esa opción, alimentan una posibilidad que entienden que genera temor en las filas socialistas, donde detectan «desesperación».

El PSOE, acorralado

Podemos apuntó ayer en la misma dirección. «Yo creo que lo más normal es que debatan las propuestas aquellos que tiene más posibilidades de ser presidentes del Gobierno y son Pablo Iglesias y Mariano Rajoy», aseguró la secretaria de Programas y Análisis Político del partido, Carolina Bescansa. La formación está también interesada en la polarización emprendida por el PP. IU, integrada en la coalición Unidos Podemos, recoge, de hecho, en su plan general para el 26-J el objetivo de presentar su candidatura como la única alternativa segura a los populares. Y, una vez más, el PSOE queda arrinconado.

Esa percepción llevó ayer a los socialistas a buscar el tú a tú con Rajoy. La oferta de cara a cara, lanzada por el coordinador del comité electoral, César Luena, llevaba anexo un objetivo nítido: frenar las aspiraciones de Iglesias y lograr que se siga visualizando a Sánchez como el auténtico rival del PP.

En la anterior campaña electoral, cuando ni Podemos ni Ciudadanos tenían aún representación en el Parlamento, en el seno del PSOE se produjo una controversia sobre cómo afrontar el asunto de los debates. Entonces, el líder de los socialistas aceptó dos encuentros con Iglesias y Rivera. Al primero, en El País, acudieron los tres candidatos. Al segundo, en Atresmedia, el PP envió como representante a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, mientras Rajoy seguía el transcurso de la cita desde la residencia oficial de Doñana.

Aquella decisión del comité de campaña le costó a Sánchez críticas internas. Muchos socialistas entendieron que debía haberse limitado a rivalizar con el presidente para dejar claro que los comicios iban, una vez más, de PP o PSOE y para desplazar a las fuerzas emergentes. Pero la dirección federal defendió que no se podía alimentar la idea de que existían unos partidos que representaban la nueva política mientras que el PSOE se quedaba instalado en el bipartidismo de siempre.

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