Fernández Díaz no dimite al ver una conspiración contra el PP
El ministro del Interior sostiene que lo grave es la difusión y el momento político escogido .
r. gorriarán | madrid
Jorge Fernández Díaz ni dimite ni piensa hacerlo porque se haya conocido que hace dos años se reunió con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña para buscar escándalos de corrupción que dañasen a las fuerzas independentistas. «Yo soy la víctima», aseguró el ministro del Interior porque se trata, argumentó, de un complot para perjudicar al PP y a él mismo, número uno por Barcelona, a tres días de las elecciones.
A pesar de contar con el respaldo sin reservas de Mariano Rajoy, el máximo responsable de la seguridad se mostró nervioso para explicar la conversación con Daniel de Alfonso el 2 de octubre de 2014 en su despacho del Ministerio. Charla que se repitió dos semanas después y en la que el director de Antifraude le comunicó que las investigaciones sobre las supuestas corruptelas del líder de Esquerra Oriol Junqueras y su hermano, así como del ex consejero ‘convergente’ Felip Puig y sus cuñadas, y del ahora portavoz de Convergència en el Congreso, Francesc Homs, eran «endebles» y no conducían a nada. Los hechos se produjeron en puertas de la consulta soberanista del 9 de noviembre y contra la que el Gobierno de Mariano Rajoy desató una ofensiva política y jurídica que, sin embargo, no evitó que se celebrara.
En un momento dado, de acuerdo a las grabaciones que difundió el diario digital Público , Fernández Díaz reconoce que «el presidente del Gobierno lo sabe», en referencia a lo que se traían entre manos Fernández Díaz y De Alfonso. A lo que el director de la Oficina Antifraude responde que «eso es lógico, es una relación de Gobierno». Y el ministro se extiende: «Yo se lo dije a él, es un hombre discreto donde lo haya». El titular de Interior, sin embargo, negó ayer que Rajoy estuviera al tanto de sus tratos.
Fernández Díaz informó que ha ordenado que se investigue la grabación y la filtración de la conversación, un diálogo que reconoció que se produjo aunque no en los términos que ha trascendido. «Hablar de conspiración entre De Alfonso y yo para delinquir -aseguró- es una injuria y una calumnia absolutamente intolerable y repugnante». La filtración, prosiguió, «se hace editada, sesgada, dirigida y descontextualizada» para dar pie a «malinterpretaciones». El objetivo es «destruir y destrozar políticamente al adversario», por una parte; y por otra, dijo, deslegitimar «las investigaciones contra la corrupción» que llevan a cabo Interior y la Oficina Antifraude.
En lo que no abundó mucho el ministro fue en el contenido de la conversación; prefirió poner el acento en la forma en que se ha dado a conocer mediante «mecanismos ilegales» y «en estos momentos», en vísperas de las elecciones con «la clara intencionalidad política de hacer daño». Una idea en la que abundó el número dos del Ministerio, Francisco Martínez, para el que «lo verdaderamente grave» es la divulgación de la conversación, no su contenido.