TERREMOTO EN LA CAMPAÑA ELECTORAL
El 'Fernándezgate' revienta la campaña
El ministro del Interior se presenta como una víctima y Rajoy abona la teoría de la conspiración
El refrán preferido de Jorge Fernández Díaz es el de que cada día tiene su afán. Y el suyo ahora no es otro que salvar la cabeza, propósito que parece que alcanzará sin problema, al menos hasta que haya nuevo gobierno. Otra cosa es lo que pase en la próxima legislatura (incluso en el caso de que el PP logre retener el poder). De momento, el único que podría obligar al ministro del Interior y candidato de los populares por Barcelona a renunciar, no lo hará. Para Mariano Rajoy, la filtración de las grabaciones en la que se escucha a Fernández Díaz conspirando con el director de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso, para buscar casos de corrupción que salpiquen a dirigentes de ERC y CDC no es motivo de destitución. Al revés. Es un episodio que enmarca en una nueva teoría de la conspiración de la que el ministro y hombre de su plena confianza sería, según el término utilizado por el propio Fernández Díaz, una víctima.
"Hay quien intenta aprovechar y pescar en río revuelto a ver qué saca" y "montar un problema donde no existe", ha señalado Rajoy sin precisar a quién responsabiliza. "Pero yo tengo plena confianza en las explicaciones y no tengo nada más que añadir", ha rematado el presidente en funciones.
GUERRA SUCIA
El río revuelto son las grabaciones difundidas por el diario ‘Público’ que prueban que la guerra sucia contra el independentismo no era una paranoia de algunos políticos catalanes, sino que desde una institución como el Ministerio del Interior y desde otra como la Oficina Antifraude, que depende del Parlament, se habló de fabricar informaciones que pudiesen perjudicar a dirigentes como el líder de ERC, Oriol Junqueras.
Evidentemente, tanto Esquerra como CDC intentan sacar el máximo rédito de lo que califican de "GAL mediático", una conversación que el ministro y De Alfonso mantuvieron en el 2014 para frenar el 9-N pero que va más allá del conflicto abierto a cuenta del auge del independentismo en Cataluña.
Los cimientos del Estado de derecho se tambalean, por utilizar un verbo amable, cuando un ministro describe con toda naturalidad una connivencia más que sospechosa entre el poder político y el judicial. Sirva de resumen este fragmento:
Fernández Díaz: Esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión.
De Alfonso: Si la Fiscalía me dice: "oye, lo he leído", yo entonces cierro los informes y…
Fernández Díaz: ¿Y en cuánto tiempo puedes cerrar esto?
De Alfonso: En tres semanas.
Fernández Díaz: Lo digo porque una vez lo tenga la Fiscalía ya puede salir.
De Alfonso: Claro, si va a la Fiscalía puede salir todo lo que sea… Yo... Como ha salido un año y medio después lo de Jordi Pujol junior. Nosotros llamamos a la Fiscalía en abril de 2013.
Pese a que el PP considera que se intenta organizar un problema donde no lo hay, las preguntas sin respuesta se acumulan. Por ejemplo, en un momento de la conversación el ministro afirma que el presidente del Gobierno "lo sabe", en referencia a las gestiones de las que están hablando para conspirar contra el independentismo. Y prosigue asegurando que transmitirá “a quien te puedes imaginar” lo dicho en esa reunión celebrada en su despacho oficial. "Esto queda entre nosotros y a quien se lo voy a contar, que es una tumba, como es obvio, ya actuará como estime oportuno y conveniente", añade.
El ministro define a Rajoy como "un hombre discreto donde los haya" y transmite a De Alfonso la sensación de que el presidente bendice su actuación. "Por supuesto, su mano derecha no sabe lo que hace su mano izquierda. Yo le conozco muy bien, de muchos años. Llevo trabajando y colaborando con él desde febrero del 91 ininterrumpidamente, en la oposición, en el gobierno, en la oposición".
Pese a estas afirmaciones, el presidente ha asegurado este miércoles que él no sabía nada y que se enteró del contenido de las grabaciones al mismo tiempo que el resto de los españoles.
LA OPOSICIÓN
Donde los populares ven un contubernio, el resto de partidos ven un escándalo mayúsculo. Por un día, PSOE, Podemos y Ciudadanos han coincidido en algo y es en exigir la dimisión o, en su defecto, la destitución de Fernández Díaz. Uno de los más contundentes ha sido el candidato del PSOE, Pedro Sánchez: “Me avergüenzo de tener un ministro del Interior que usa los aparatos del Estado contra adversarios políticos”. El PSOE, poco sospechoso de querer ayudar al independentismo, tilda este episodio de “máxima expresión de la corrupción”. Albert Rivera, recurriendo a uno de sus clásicos en esta campaña, ha comparado los métodos del Gobierno central con los que se practican en Venezuela. Y Pablo Iglesias ha señalado que la responsabilidad política corresponde a Rajoy.
¿VENTILADOR?
Otro de los interrogantes sin despejar es quién registró las conversaciones. El ministro ha ordenado una investigación para aclararlo, el director de Antifraude dice que su teléfono estaba pinchado y habrá que estar atentos a la comparecencia que protagonizará este jueves en el Parlament, porque De Alfonso en las últimas horas se ha encargado de recordar que ha mantenido "conversaciones de la misma índole" con expresidentes, presidentes, ‘consellers’ y periodistas. Si no es una amenaza, lo parece.