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La recta final de Nóos deja a Torres y Urdangarín en una situación difícil

Sólo la impenetrable Samantha Romero, que redactará la sentencia, sabe la suerte de la infanta.

Samantha Romero y Eleonor Moya, durante la presentación de las conclusiones del juicio. J. GRAPELLI

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León

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M. Sáiz-Pardo | Madrid

Ha sido el juicio más largo de la historia judicial de las Islas Baleares. 61 sesiones, 299 testigos y una decena de peritos. Un proceso que ha durado cinco meses y en el que, quizás la mayor sorpresa, ha sido que no ha habido sorpresa y que Iñaki Urdangarín y su ex socio Diego Torres, lejos de intentar un pacto con la Fiscalía o de reconocer al menos parte de su culpa, han defendido su inocencia plena contra viento y marea. Una táctica que les enfrenta a pecho descubierto a 19 años y medio de cárcel, en el caso del exduque, y a 16 y medio de petición fiscal en el caso de Torres.

En medios judiciales palmesanos, conocedores de la contundencia de la Audiencia Provincial en los casos de corrupción con los ‘no arrepentidos’, dan por seguro que nadie va a librar al cuñado de Felipe VI de una condena superior a la década de prisión. Una pena muy similar a la que se especula se llevará su ex socio en Nóos. Ambos —recuerdan estas mismas fuentes— unieron su futuro procesal después de años de disputas cuando el pasado enero firmaron la paz tras la guerra de los ‘email’ y decidieron defenderse juntos y parapetarse tras un doble escudo. Por un lado, el de culpar de todas las irregulares a tres de sus subordinados, los hermanos Tejeiro (Marco Antonio, Miguel y Luis), los cuñados de Torres. Y por otro, el de rechazar cualquier responsabilidad porque todos sus movimientos eran supuestamente supervisados por la Casa Real a través de personajes como Carlos García Revenga o el conde de Fontao.

Pero ni los Tejeiro ni los consejeros de Zarzuela respaldaron sus afirmaciones, dejándoles sin argumentos y más expuestos que nunca a una sentencia ejemplar. La seguridad que hay en Palma de que los dos ex directivos de Nóos van a salir muy mal parados del proceso que concluyó el miércoles contrasta con la absoluta incertidumbre sobre qué pasará con la infanta.

El fallo

Solo la magistrada Samantha Romero —presidenta del tribunal y ponente de la sentencia— sabe la suerte que correrá Cristina de Borbón. Pero Romero ha sido durante estos meses absolutamente impenetrable. Ni una sola pista. Ni un solo cometario a los medios o a las partes en el proceso que haga vaticinar si va o no a dar cancha a la desprestigiada Manos Limpias, que cerró el juicio pidiendo los mismos ocho años de cárcel para la hermana del rey que reclamó antes de la vista oral. La juez Romero tampoco ha dejado traslucir el más mínimo comentario que sirva para imaginar hasta qué punto puede condicionar su fallo la investigación de la Audiencia Nacional contra la trama chantajista de Manos Limpias y Ausbanc, que estalló en plena vista oral, amenazando incluso la continuidad del pseudosindicato como acusación popular.