EL TABLERO CATALÁN
Deshielo en el seno del independentismo
El soberanismo recupera cohesión gracias al choque con el Estado y prevé un curso decisivo sin marcha atrás hacia la independencia. Los cambios en la antigua CDC y la CUP cierran heridas internas y facilitan la confianza en Puigdemont
El soberanismo recupera fuelle y va cerrando las heridas internas. El enfrentamiento frontal y sin marcha atrás con el Estado y los nuevos actores que pilotan la posconvergencia y la CUP son los dos elementos clave, externo e interno, que hacen posible que los protagonistas del independentismo vean con mayor optimismo y con más unidad el futuro, no sin admitir que este curso será más que decisivo.
“Al final de este nuevo período, o somos independientes o estamos en la carcel”, resume uno de los hombres clave de estos partidos. En cuanto a las cuestiones internas, tras el incendio que generó el 'no' de la CUP a los presupuestos, el partido heredero de CDC ha optado por pasar página y basar la relación con los anticapitalistas en el día a día, tema a tema. No se celebran reuniones periódicas cada lunes, como al inicio del pacto, pero el el Partit Demócrata están convencidos de que el desgaste sufrido por los 'cupaires' y la renovación interna que han emprendido, les hace estar ahora inequívocamente al lado de la hoja de ruta. “No están en condiciones de plantear más exigencias”, resume un cargo del PDC. Es decir, que Puigdemont podrá superar con relativa comodidad la cuestión de confianza. Puigdemont y la CUP se reunirán a finales de agosto. Pero no para negociar, subrayan en el Govern, sino para exponer los planes a los anticapitalistas y reclamarles que no bloqueen el próximo presupuesto.
Los anticapitalistas por su parte advierten de que si la cuestión de confianza se limita a buscar un desenlace para la hoja de ruta, todo irá bien. Pero que si el Govern pretende colar de rondón un cheque en blanco para sus presupuestos del 2017, la discusión será árida. tan árida como que la decisión de si se apoya o no a Puigdemont estará en manos de la asamblea de la CUP, según ha afirmado este sábado la diputada Anna Gabriel. Y todos recuerdan qué pasó en la asamblea sobre la investidura de Artur Mas.
SIN DILACIONES
La CUP lleva semanas pidiendo verse con Puigdemont y al final la cita se celebrará a finales de agosto, a la vuelta de vacaciones. Gabriel también ha avisado al 'president' de que no se justifican tanta dilaciones en una cuestión que es clave, no en vano podría desembocar en elecciones anticipadas.
Pero el pegamento que une más que cualquier otra cosa los intereses del soberanismo son los golpes del Gobierno contra los pasos que emprende el soberanismo en el Parlament. En el Govern y en el PDC están convencidos de que el camino ya no tiene vuelta atrás y que el
clic, el paso hacia la dimensión nunca ejercitada de la desconexión,puede producirse en los próximos meses. Avisan los posconvergentes que el ‘president’ Puigdemont es quien más convencido está de todos ellos de dar el paso y de que ya no hay marcha atrás, en
especial tras los dos últimos zarpazos del Gobierno del PP: la suspensión del desafío soberanista del Parlament –mediante el TC- y el hecho de dejar a los posconvergentes sin grupo parlamentario en el Congreso y el Senado por primera vez en democracia.
Los anticapitalistas están satisfechos con la evidente desobediencia de Junts pel Sí llevando al pleno las conclusiones de la comisión de estudio del proceso constituyente. Pero se lo toman más como un indicio de que las cosas pueden estar cambiando, y que el Govern abandona cierto 'procesismo', que de un hecho cierto. Se esperan otras desobediencias en cuestiones de mucho más calado que unas concluiuones de una comisión
Y el desafío del Estado y del Constitucional, unido a los choques precedentes y al proceso judicial por el 9-N contra Mas, Homs, Ortega y Rigau, acumulan elementos de conflicto. Un conflicto que se resolverá, con toda seguridad, con unas elecciones o un referéndum unilateral. Esta segunda opción es la que reivindica la CUP, acepta ERC, defiende la ANC (con matices, previo intento de un referéndum pactado) y que Puigdemont no rechaza, como si hicieron hace unos meses el ‘expresident’ Mas y el diputado convergente, hoy del PDC, Francesc Homs.
Aquí es donde entra el factor humano. Puigdemont, como la nueva dirigente del PDC, Marta Pascal y otros miembros de la dirección del nuevo partido, son personas de talante netamente distinto al de Artur Mas o Francesc Homs, quienes por razones distintas han atacado con saña a la CUP y mantienen una profunda discrepancia con los anticapitalistas. Puigdemont y Pascal conocen bien el mundo 'cupaire', han negociado con ellos y, sobretodo, mantienen una posición independentista sin complejosrespecto a la ineludible necesidad de seguir dando pasos hacia la desconexión. Pasos cada vez más determinantes y con un calendario que llega a momentos decisivos en cuestión de meses.
TÁCTICA DISCREPANTE
Donde sigue existiendo una discrepancia es en la táctica. “La CUP siempre iría más de prisa, nosotros queremos hacerlo bien”, afirman en el PDC. La táctica del Govern es la de un trabajo discreto, pero sin pausa pese a las reclamaciones y amenazas incluso penales del TC. Pero no se busca –como sí hace la CUP- el choque directo. Si las actuaciones del Estado suben nuevos peldaños como la inhabilitación de cargos, en el Govern sostienen que no habrá marcha atrás ni cobardía.
Estan preparados para todas las eventualidades políticas y jurídicas porque, sostienen, están convencidos de que la independencia es posible, en tres fases: la aprobación de las leyes de desconexión, la obtención de una legitimidad en las urnas - aunque queda por decidir en función de cual de las dos vías se revela más útil: o mediante unas nuevas elecciones plebiscitarias o con el Referéndum Unilateral- y finalmente la proclamación de la independencia si se ha superado el 50% de apoyos. “Lo que no es una opción es la rendición”, subrayan en el Ejecutivo de Junts pel Sí. El convencimiento con el que la nueva PDC y Puigdmeont caminan hacia la independenicia hace que con ERC en este camino las relaciones sean más que fluidas y la unidad de acción, sólida. “A ver si finalmente los republicanos pasarán a ser los moderados”, ironizan en el PDC.