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Pedro Sánchez no mueve ficha

El inmovilismo del secretario general socialista amenaza con la repetición de nuevas elecciones Los votantes están cansados de la incapacidad de entendimiento de los políticos.

Publicado por
León

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ander azpiroz | madrid

Al PSOE le llueven los cantos de sirena a derecha e izquierda, y siga la llamada que siga, corre el riesgo de acabar ahogado. PP, Ciudadanos y Unidos Podemos insisten un día sí y al otro también en que la pelota está en el tejado de los socialistas y en que lo que suceda de aquí a final de año será responsabilidad suya y solo suya. Unos le urgen a permitir un nuevo Gobierno de Mariano Rajoy para superar el bloqueo político y los otros a dar el paso de conformar una mayoría progresista en la que los independentistas catalanes resultan imprescindibles. Y, repiten sus adversarios políticos, si el PSOE no se decanta por una de estas dos opciones, se irá a una terceras elecciones, un escenario que ningún partido quiere.

La abstención a la primera parece casi descartada. Pese a la presión de dirigentes históricos, con Felipe González a la cabeza, Pedro Sánchez y su círculo más cercano no se cansan de repetir que «no, es no» y que si Rajoy quiere ser investido busque los apoyos en la derecha. El secretario general ha defendido desde la noche electoral el voto en contra a Rajoy y nada apunta a que vaya a cambiar de posición, ni siquiera ante la enorme presión a la que se va a ver sometido durante las próximas semanas. Pero no está claro que tampoco pueda rectificar aunque quiera. Aunque nadie lo reconozca, hay otro factor que anima a los dirigentes socialistas a mantenerse en el no, y éste es el regocijo de ver cómo Rajoy se estrella, como le ocurrió a Sánchez, en la sesión de investidura.

Si Rajoy fracasa en un primer intento se pondrá en marcha el «reloj de la democracia», fórmula con la que Sánchez se refiere al plazo de dos meses hasta la convocatoria automática de unas terceras elecciones.

Lo que podría hacer cambiar de opinión al PSOE es que el PP presentase un candidato distinto a Rajoy. Ahí, sí, los socialistas podrían tener una salida airosa ante sus bases por entregar el Gobierno a la derecha. Al menos, podrían decir, jubilaron al presidente que más recortes ha acometido en la historia de España. El hecho de que los dirigentes de Ferraz insistan siempre en el «no a Rajoy» en vez de en el «no al PP» puede apuntar a esta vía.

El paso a un lado de Rajoy choca con otro obstáculo que a día de hoy se antoja insalvable y es que el candidato del PP no tiene ninguna intención de salir por la puerta de atrás, más cuando repite que ha ganado por dos veces.

Al otro lado, Podemos ya ha anunciado que sería «muy flexible» con el PSOE en las negociaciones para formar una coalición de izquierda. El problema es que los socialistas y Unidos Podemos apenas reúnen 156 diputados, 20 menos de la mayoría absoluta. Para alcanzarla necesitan del apoyo de independentistas catalanes y nacionalistas vascos. El PNV y Convergència ya han avanzado que sí negociarían con Sánchez. Esquerra, en cambio, se mantiene firme en su reivindicación de que a cambio de su apoyo a la investidura se convoque un referéndum en Cataluña. Aunque Sánchez se ha mostrado ambiguo sobre la posibilidad de buscar una mayoría progresista si Rajoy fracasa, en Ferraz se da por descartada esta posibilidad. Y ello a pesar de que algunos barones regionales se mostraron favorables a explorar esta posibilidad. Sánchez ya rechazó esta opción en la pasada legislatura, en la que se negó siquiera a sentarse a negociar con fuerzas independentistas.

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