Diario de León

Nueve meses detrás de la rebelión de los barones socialistas

El presidente valenciano acusa a Rajoy de no haber hecho los movimientos suficientes.

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. MARISCAL

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. MARISCAL

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nuria vega | madrid

Cuando vascos y gallegos acudan a votar el 25 de septiembre y la presión electoral se esfume del panorama político, el PP habrá cumplido nueve meses de gestación aguardando la abstención de los socialistas. En todo este tiempo, no ha habido plan B. Desde la noche en la que el 20 de diciembre las urnas le arrebataron la autonomía que da la mayoría absoluta, Mariano Rajoy ha aguardado paciente a que se produjera una rebelión de los barones del PSOE que doblegara a Pedro Sánchez y desterrara del discurso su ‘no es no’. Y esa sigue siendo hoy su única opción.

En las manos de la segunda fuerza del país reside el éxito o el fracaso del presidente del PP. No hay más cuentas que echar en la sede central de la calle Génova. Los populares que amagan con recorrer la vía del PNV y Convergencia recuerdan que ningún camino es despreciable, pero admiten que ambos partidos interesan, sobre todo, para llegar a acuerdos durante la legislatura que garanticen la gobernabilidad. Convertirlos en el sustento de la investidura que se le resiste a Rajoy, aseguran, es prácticamente imposible.

En el equipo del jefe del Ejecutivo en funciones dan por hecho que nada se puede hacer a estas alturas para salvar el trago de la próxima semana. En el PSOE, sin embargo, no creen que se lo hayan puesto fácil. Mientras algunos dirigentes denuncian la presión constante a la que se han visto sometidos para ser «muleta» de Rajoy, el presidente de la Generalitat Valenciana introducía ayer un elemento añadido. No ha habido «ningún movimiento suficiente» por parte del PP, reprochaba Ximo Puig, que permita a los socialistas transitar desde su rechazo rotundo a la abstención.

Fuentes populares reconocen la «pasividad» de su líder. Es el estilo del presidente, que, según las mismas voces, no está dispuesto a mostrar sus cartas mientras Sánchez se recrea en la negativa a cogerle el teléfono. A lo máximo que ha llegado el PP es a sugerir en público su voluntad de revisar incluso algunas de las iniciativas estrella de la legislatura de 2011, como avanzó el pasado julio la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal. En la misma línea se aventuraba este miércoles el portavoz parlamentario, Rafael Hernando, quien aceptaba negociar «líneas rojas» como la reforma laboral o la ley educativa.

Pero a estas alturas ni hay margen para amarrar los apoyos suficientes antes del 30 de agosto ni se han trabajado los puentes que tendrán que atravesar populares y socialistas para evitar unas terceras elecciones.

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