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Una multitudinaria Diada sale a la calle para pedir la independencia

Puigdemont anuncia su intención de convocar unas elecciones constituyentes en un año.

Un instante de las manifestaciones que han convocado las entidades independentistas. ADRIÁN ROPERO

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León

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cristina reino | bacelona

Cientos de miles de personas reivindicaron este domingo la independencia de Cataluña y su derecho a celebrar un referéndum de autodeterminación. Por quinto año consecutivo, el movimiento secesionista salió a la calle para exhibir su enorme capacidad de movilización, que demuestra que el independentismo, aunque electoralmente nunca ha superado el 48% de los votos, tiene una amplia base social. Una multitud que declaró que está «a punto» para declarar la independencia y proclamar la república catalana, tras una nueva jornada que el soberanismo calificó de «histórica».

La cifra de asistencia se situó en el entorno del millón de personas, entre las cinco manifestaciones convocadas. No se batieron récords como habían deseado los organizadores. De hecho los datos fueron los más bajos de las cinco ediciones, que rondaron los 1,4 millones y los dos millones, entre 2012 y 2015. Aun así, las entidades organizadoras y las que participaron coincidieron en calificar la jornada como un «éxito».

Más allá de la guerra de cifras, los organizadores de la protesta de la Diada, que este año se celebró descentralizada en cinco localidades, afirmaron que están «impacientes» por consumar la secesión y reclamaron a las fuerzas soberanistas y al presidente de la Generalitat «determinación» para culminar el proceso. La ANC y Ómnium Cultural no pusieron plazos para ejecutar la desconexión y evitaron fijar las fórmulas que deben seguir las instituciones catalanas, pero sí se decantaron por el referéndum unilateral de independencia. «No dudéis en poner las urnas», presionó Jordi Sánchez, presidente de la ANC.

La entidades independentistas exigieron además «unidad» a los partidos independentistas, después de que la CUP, como fuerza política, no estuviera presente en las cinco manifestaciones secesionistas. Los anticapitalistas reclamaron la república catalana en una protesta celebrada al margen del resto de dirigentes secesionistas y se desvincularon de las oficialistas, que contaron con la presencia del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont; del vicepresidente, Oriol Junqueras; de la presidenta de la Cámara, Carme Forcadell; y de la alcaldesa Ada Colau, la primera cita independentista con la máxima presencia institucional.

Además, el independentismo civil escenificó que tiene prisa y pidió concreción. Tras cinco años consecutivos de movilizaciones, la Diada reivindicativa corre el riesgo de institucionalizarse, por lo que la ANC y Ómnium creen que ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos.

La pelota está en el tejado del presidente de la Generalitat, que horas antes de la celebración de las manifestaciones afirmó que mantiene intacto su plan secesionista. Eso sí, anunció que si supera la moción de confianza (como se espera) está dispuesto a dar una última oportunidad al Gobierno central para que autorice un referéndum de independencia. Oferta en el último minuto que recibirá el enésimo no por parte de la administración central y que servirá a Puigdemont para cargarse de razones de cara al exterior para poner en marcha su plan rupturista. Este consiste en aprobar las tres leyes de la desconexión (hacienda propia, seguridad social y transitoriedad jurídica). Tres normas que sentarían las bases de la eventual república independiente, pero que difícilmente pasarán el corte del Constitucional.

La intención del presidente de la Generalitat es que se aprueben a finales de julio para poder firmar el decreto de convocatoria de las elecciones catalanas para la Diada del año que viene. Los comicios tendrían la etiqueta de constituyentes, pero en realidad volverán a ser unas autonómicas.