Diario de León

Rajoy se centra en Galicia para dar un empujón al PP

El presidenrte sólo programa durante la campaña tres visitas al País Vasco.

El presidente del PP, Rajoy, durante la visita que realizó ayer al municipio de Pontedeume. CABALAR

El presidente del PP, Rajoy, durante la visita que realizó ayer al municipio de Pontedeume. CABALAR

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nuria vega | madrid

En el mercadillo de Santa Comba, en La Coruña, se arremolinaban ayer los votantes del PP alrededor de Mariano Rajoy. Unos, entregados, hacían disparar sus flashes; otros, extrañados, se preguntaban dónde estaba el candidato a la Xunta gallega. «Cada uno tiene su propia campaña», justificó Alberto Núñez Feijóo. Dicen las malas lenguas del partido que ambos dirigentes cruzan poco sus caravanas electorales para preservar la buena imagen que tiene el presidente autonómico en su territorio. La dirección recuerda, en cambio, que se trata de una estrategia pensada para duplicar la presencia a pie de calle y alcanzar la mayoría absoluta que tanto conviene al PP, tanto en Galicia como a nivel nacional.

Rajoy, de hecho, protagoniza actos prácticamente a diario en su tierra de origen. A los de ayer en Santa Comba, Pontedeume y Betanzos, se sumarán otros en pequeños y medianos municipios gallegos a lo largo de toda la semana. Apenas pisará el País Vasco, donde la marca nacional de la formación resta más que suma y el PP espera contener el descenso electoral. Aun así, Rajoy se dejará caer en las tres provincias, y tras el mitin en Bilbao el pasado sábado, hoy viajará a San Sebastián y el viernes a Vitoria.

La única esperanza de los populares en el País Vasco es la de obtener un resultado que convierta al PP en llave de gobierno para el PNV y ablande a los nacionalistas en el Congreso con la vista puesta en una nueva investidura de Rajoy. Pero ni tan siquiera esta vía, de escasas probabilidades, garantizaría la reelección del presidente. En Galicia, sin embargo, hay mucho más en juego. A día de hoy, la mayoría absoluta a la que aspira Feijóo podría ser el revulsivo que necesita el partido para impulsar la candidatura de Rajoy y recuperar la legitimidad mermada tras los últimos escándalos.

A golpe de mitin y fotografía, y con escaso contacto con los medios de comunicación, el presidente intenta dejar atrás la densa estela del nombramiento del exministro de Industria José Manuel Soria como candidato al Banco Mundial, y, sobre todo, del caso Rita Barberá. La resistencia de la exalcaldesa de Valencia a abandonar su escaño en el Senado tras dejar el partido se le ha atragantado al PP en el peor momento político posible. En Ciudadanos, donde pese al discurso oficial no cuestionan su apoyo a los populares para sacar adelante con éxito una investidura, afean que el jefe del Ejecutivo en funciones no sea capaz de exigir a Barberá una renuncia total a seguir en las instituciones. Pero los populares confían en que las urnas devuelvan a su proyecto la credibilidad menoscabada.

Las alicaídas filas del PP necesitan, además, un acicate para afrontar lo que esté por venir, es decir, o duras negociaciones para mantener La Moncloa, o un improbable paso a la oposición para iniciar la renovación del partido, o unas terceras elecciones que volverían a exigir un esfuerzo atroz para unas organizaciones territoriales que siguen sin renovarse.

Por ahora, el pronóstico es positivo para el partido. Pero la euforia de las últimas encuestas en Galicia hacen temer a los populares que su electorado acabe desmovilizado, de ahí el esfuerzo final en el único territorio en el que el PP aún tiene músculo para alcanzar la mayoría absoluta. «El buen sentido de la gente nos hace ser optimistas y tener mucha esperanza de futuro», confió ayer Rajoy en una jornada que concluyó con un mitin en Betanzos.

Allí proliferaron los mensajes en clave nacional. El bloqueo que se vive en el Congreso sirve al PP para demandar en Galicia un resultado suficientemente contundente que impida al resto de partidos entorpecer la llegada de los populares al poder. «No queremos una jaula de grillos», proclamó el presidente, que engloba a sus adversarios en una amalgama de fuerzas políticas que «no se sabe lo que piensan ni si piensan». A partir del domingo, un nuevo récord gallego le podría servir para presentarse ante esos mismos rivales, especialmente ante el PSOE, con argumentos renovados y pedir que se permita gobernar, no sólo al PP sino a sí mismo, y resolver de una vez lo que considera «trámites administrativos».

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