Diario de León

Sánchez se hace fuerte amparado en la literalidad de los estatutos del partido

Si la batalla jurídica no lo impide, logrará celebrar un congreso para seguir en el cargo y bloquear un Gobierno del PP.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a su salida ayer por la noche de la sede socialista de la calle Ferraz, en Madrid. J. P. GANDUL

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a su salida ayer por la noche de la sede socialista de la calle Ferraz, en Madrid. J. P. GANDUL

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p. de las heras | madrid

A estas alturas, es difícil predecir cuál será la última vuelta de tuerca en el vodevil del PSOE, pero la situación no puede ser más extrema. La batalla sin precedentes que libran Pedro Sánchez y sus críticos -entre los que se encuentran casi todos los presidentes autonómicos y los históricos líderes del partido- tuvo ayer uno de sus episodios más dramáticos. Después de mucho amagar, la oposición interna presentó la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva con el propósito de fulminar así al secretario general. Pero lo que parecía un golpe mortal quizá no lo sea tanto. En el núcleo duro de la dirección se aferran a la literalidad de los estatutos del partido para resistir en el cargo y mantener, sin apenas variación, su plan de convocar un congreso que los apuntale.

La clave de la disputa, que puede acabar incluso en los tribunales, se encuentra en el artículo 36.O. de las normas de funcionamiento interno. En él se especifica que «cuando las vacantes en la comisión ejecutiva federal (el órgano de dirección) afecten a la secretaría general o a la mitad más uno de sus miembros, el Comité Federal (máximo órgano entre congresos) deberá convocar un congreso extraordinario para la elección de una nueva comisión ejecutiva federal».

Los críticos sostienen que de ahí se colige que la ejecutiva vigente en el momento en el que se producen las «vacantes» debe extinguirse de manera automática y ser sustituida temporalmente por una gestora; los oficialistas defienden que este órgano simplemente pasa a estar en funciones con el único mandato de convocar un Comité Federal que, a su vez, fije un cónclave de renovación del liderazgo.

Conforme a esa última interpretación, el secretario de Organización, César Luena, anunció que hoy se reunirá la dirección -esto es, los 18 miembros que no han dimitido y que se mantienen fieles a Sánchez- para citar oficialmente a un encuentro del órgano supremo del PSOE que habría de aprobar las fechas y el reglamento del próximo congreso. Ya no será el 39º, como tenían planeado, sino uno de carácter extraordinario.

«Nosotros vamos a defender siempre la democracia y los derechos de los militantes. Me pregunto si quienes no quieren que los militantes hablen pueden dirigir el PSOE», alegó Luena sin citar, pero apuntando a la líder andaluza Susana Díaz.

El número dos del PSOE no negó la legalidad del alzamiento de sus adversarios. Durante todo el día, en Ferraz se estuvo dando vueltas a la idea de negar que la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva bastara para aplicar el citado artículo 39.O. La ejecutiva estaba originariamente conformada por 38 miembros, pero ya tenía tres vacantes, la del fallecido Pedro Zerolo y la de otros dos dirigentes que abandonaron por investigaciones judiciales y discrepancias, Ramón Gómez Besteiro y Javier Abreu. Las 17 bajas de los críticos más las tres previas suman 20. «Están utilizando a un muerto; es de muy mal gusto, pero no vamos a entrar ahí», dicen los oficialistas.

Los críticos se aferraron a esa claudicación mínima como una pequeña victoria a partir de la que tratarán de impulsar su causa. El secretario de Política Federal, Antonio Pradas, encargado de entregar en Ferraz las cartas de dimisión, defendió que todos los precedentes en la historia del partido avalan sus tesis de que ni Sánchez es ya secretario general ni «el compañero Luena» secretario de Organización.

Más allá de la pelea jurídica, lo ocurrido tiene una enorme transcendencia política. Entre los dimisionarios se encuentran la presidenta del partido, Micaela Navarro, dos presidentes autonómicos y la mayoría de los miembros de la potente federación andaluza salvo una, María Luisa Faneca. Están además los afines a los barones que tienen poder institucional. Lo que se está produciendo en el PSOE es pues, una brecha abismal que puede acabar haciendo trizas la organización.

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