Diario de León

DEBACLE EN EL PSOE

Los críticos controlan la gestora del PSOE tras la caída de Pedro Sánchez

La gestora, que dirigirá el asturiano Javier Fernández, tendrá mayoría de integrantes del sector crítico y llevará el partido hasta el congreso La marcha del secretario general abre la puerta a un nuevo Gobierno presidido por Rajoy .

Pedro Sánchez durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión.

Pedro Sánchez durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión.

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r. gorriarán | madrid

Tras un día negro para el PSOE que quedará para la antología de lo estrafalario, la dimisión de Pedro Sánchez abre la puerta a nuevo Gobierno de Mariano Rajoy. Esa era, entre otras, una de las razones, aunque inconfesa, del sector crítico, que nunca habló con claridad de abstenerse en una nueva investidura del líder del PP. El eufemismo en que se guarecieron era el de permitir la gobernabilidad por sentido de Estado, algo que no se podía llevar a cabo con el firme «no es no» del hasta ayer secretario general del PSOE.

La gestora que dirigirá el presidente asturiano, Javier Fernández, y que controlará los pasos del partido hasta el próximo congreso tendrá mayoría de integrantes del sector crítico y una de sus primeras tareas será cambiar el sentido del voto socialista cuando Rajoy vuelva a ser este mismo mes candidato a la investidura a propuesta del rey. Sánchez defendió contra viento y marea la negativa a facilitar un nuevo mandato del líder de los populares y a buscar un gobierno alternativo con Podemos y Ciudadanos. Ese planteamiento quedará ahora arrumbado en un cajón, y así se consumará en la nueva reunión del Comité Federal del próximo sábado, en la que la convocatoria del congreso del partido ya no será una cuestión apremiante, como lo era para Sánchez, y su celebración se quedará para el próximo año.

Los barones críticos, con la excepción del extremeño Guillermo Fernández-Vara, huyeron de la palabra abstención para que gobierne Rajoy. Eran y son conscientes de que tal planteamiento es mentar la bicha entre los militantes socialistas, que si algo tienen claro es el rechazo a otra legislatura con el PP en el Ejecutivo. Sánchez se subió a esa ola para blindar su sintonía con las bases del partido, su principal activo orgánico que le puede animar incluso a presentarse a las primarias para elegir al nuevo secretario general.

Pero buena parte del sector crítico está formado por gobernantes de comunidades autónomas a las que los nuevos meses de bloqueo político y ausencia de un Ejecutivo central a pleno funcionamiento amenaza con asfixiar su ya delicada situación financiera. Los expresidentes del Gobierno, exministros y exsecretarios generales del partido embarcados en esta operación también eran declarados partidarios, sobre todo Felipe González, de permitir que Rajoy siguiera en La Moncloa ante la imposibilidad de formar un gobierno alternativo.

Para los críticos, la perspectiva de unas terceras elecciones era aterradora, convencidos como estaban de que el retroceso en las urnas sería imparable. La división del partido y la manifiesta debilidad del líder y candidato eran dos mochilas muy pesadas que lastraban toda posibilidad de remontar el vuelo. Como dijo el exministro de Asuntos Exteriores Javier Solana, «cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados», y eso que fue el peor resultado en la historia reciente del PSOE. «No podemos ir a unas nuevas elecciones en diciembre porque el ‘sorpasso’ de Podemos esta vez sí está asegurado», apuntaba en privado uno de los barones críticos. De la herencia política de Sánchez, el patrimonio más apreciado en su partido es el de mantenerse, aunque haya sido a duras penas, como la fuerza referente de la izquierda, un valor en riesgo si los socialistas se atornillaban en su negativa a Rajoy y había nueva cita con las urnas en diciembre.

Pero de producirse el giro del no a la abstención, también puede abrirse otro foco de conflicto en el PSOE porque la decisión encontrará resistencia entre los 85 diputados socialistas en el Congreso. No todos estarán dispuestos a tragarse el no que han defendido durante meses, y no sería de extrañar alguna ausencia en la votación pese a la probada disciplina parlamentaria del PSOE.

La nueva etapa que se abre en el PSOE también traerá nuevas relaciones con Podemos, no es que con Sánchez hayan sido estrechas o fluidas, pero con una gestora controlada por el sector crítico se verán reducidas al mínimo. Así lo entendieron también en el partido morado.

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