Diario de León

Un diputado raso centra todo el interés sin hablar

Los corrillos con la prensa se convierten en una continua quiniela de ministrables.

Vista general del hemiciclo durante el discurso de investidura de Mariano Rajoy. JAVIER LIZÓN

Vista general del hemiciclo durante el discurso de investidura de Mariano Rajoy. JAVIER LIZÓN

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francisco apaolaza | madrid

Hay gente que tiene el don de aparecerse. Pedro Sánchez se apareció ayer en el Congreso de los Diputados hasta tres veces. La primera en Twitter, en espíritu. La segunda, en coche por el garaje y la tercera, en persona, como un galán de novela. En la práctica no dijo esta boca es mía, pero se robó el show de la primera jornada de la segunda investidura de Rajoy. Nunca un diputado raso acaparó tanto interés. Como si la guerra dependiera de un soldado, el mundo lo miró sólo a él, desde las 3.500 cámaras de televisión hasta José María, un socialista canario que se había apostado en la Carrera de San Jerónimo para ser testigo de «la bajada de pantalones histórica del PSOE».

La primera aparición la hizo en Twitter. «Camino del Congreso», dijo, como si hubiera vuelto a aquella vida de sosiego y rutina que contaba en las redes cuando aún no era nadie, a las noches de pizza y peli en casa que hace mucho frío, toda esa narrativa de su pasado que hizo del retuit de los mensajes de Sánchez un género periodístico en sí mismo. Aquellos días en que las palizas se las daban sólo al parchís. También contaba que hoy votaría ‘No’ junto a sus compañeros, aunque eso tenía poca miga, pues mañana todos los socialistas votarán ‘no’. La cuestión está en lo que se votará el sábado y cuando se lo preguntó el batallón de micrófonos -Errejón bautizó el canutazo con ese ligero humor de trinchera como ‘Rodea el diputado’-, dijo que el sábado sería otro día. En realidad, el sábado será otro día de hace meses.

Mariano Rajoy, que tiene esa manera tan suya de permanecer en lo imperturbable como se mantienen los montes de Galicia, subió a la tribuna y su bancada le dio una ovación de tenor, sostenida en el tiempo.

Hubiera parecido que estábamos en el mismo sitio y a la misma hora que hace unos meses si no fuera por el aspecto de Pedro Sánchez. Entró en el pasillo de la Cámara rejuvenecido, sonriente, decidido y moreno, casi mocito, como un vigilante de la playa de aquella serie.

Los corrillos con la prensa fueron pura quiniela de ministrables, con especial interés en el trío de charleta de Jorge Fernández Díaz, García-Margallo y Jorge Moragas.

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