Diario de León

Rajoy pide apoyo para gobernar con estabilidad toda la legislatura

Reclama al PSOE una colaboración leal y esgrime el fantasma de unas nuevas elecciones.

Mariano Rajoy durante su discurso de investidura en el Congreso de los Diputados. BALLESTEROS

Mariano Rajoy durante su discurso de investidura en el Congreso de los Diputados. BALLESTEROS

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r. gorriarán | madrid

Mariano Rajoy presentó ayer una enmienda a la totalidad a la reciente legislatura de la mayoría absoluta del PP. Nueva etapa, pacto, diálogo, consenso, pagar precio, sacrificios, fueron palabras que el candidato a la investidura manejó con soltura y con frecuencia. Su oferta de acuerdos no satisfizo, sin embargo, las expectativas de la oposición, que vio en sus palabras una reedición de más de lo mismo. Rajoy centró su invitación al consenso en los Presupuestos, las pensiones, el modelo educativo o la financiación autonómica. Pero ni palabra de actualizar la Constitución ni de revisar la reforma laboral ni otras leyes conflictivas.

El discurso de investidura del líder del PP, además de ser más breve que el del 31 de agosto, para ser exacto pasó de las 36 páginas a 18, mostró a otro Rajoy. Dialogante, humilde, abierto al acuerdo. «Soy -subrayó- perfectamente consciente de que entramos en una nueva etapa» y esa circunstancia, vino a decir, exige otros modos y maneras. Aunque también dejó un aviso, no va a permitir que la oposición le maniate y bloquee la legislatura. La tarea, advirtió, es de todos y la «comparto con ustedes». Pero si no encuentra esa colaboración, recordó que tiene a mano el botón nuclear de la convocatoria de elecciones. Es «justo y razonable», dejó caer, que «quienes de verdad no desean repetir las elecciones apoyen esta solución».

Rajoy, de todas maneras, intentó abstraerse de que solo tiene el apoyo de los 137 diputados del PP en el Congreso y que está obligado a pactar todo, desde la iniciativa más nimia a la ley de más calado; y tiene que hacerlo, no por generosidad democrática, sino por pura matemática política. Pese a ello intentó revestir su flaqueza parlamentaria con una pátina de grandeza porque, adujo, pudiendo haber forzado nuevas elecciones en las que el PP tenía las mejores expectativas, no lo hizo. «En las circunstancias que atraviesa España, -dijo solemne- ninguna consideración sobre conveniencias de partido me parece lícita».

El candidato del PP, tras esta, según su partido, exhibición de patriotismo, avisó de que no estaba dispuesto a remar solo y que no se presenta a la investidura solo para superarla y quedar después bloqueado. «No basta» formar Gobierno, apuntó, «para que todo esté resuelto». Aquí, prosiguió, todo el mundo tiene poner el hombro, y si no es así «estaremos perdiendo el tiempo» como en los diez meses de interinidad gubernamental que han precedido a este debate de investidura. Por su parte, abundó, está dispuesto «a negociar cuanto sea necesario todas las decisiones», y tampoco, según garantizó, escatimará «tiempo para escuchar ni atender» las demandas de la oposición.

Las buenas intenciones, sin embargo, no se plasmaron en una amplia panoplia de ofertas ni en el terreno reclamado por los socialistas y otras fuerzas políticas.

Como tampoco fueron una sorpresa los planteamientos que hizo sobre Cataluña, «el reto más grave que tiene España». Se limitó a decir, como siempre, que cumplirá con su «obligación» de preservar la unidad de España.

Más novedosa, por el tono que no por el fondo, fue su alusión a la corrupción para invitar a todas las fuerzas políticas a sumarse a las medidas pactadas entre el PP y Ciudadanos en agosto, una oferta que ya hizo en el debate de la anterior investidura fallida.

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