CAMINO DE LA INVESTIDURA
¿Quién ha ganado y quién ha perdido en estos 300 días sin gobierno?
Rajoy ha demostrado que resistir es sobrevivir frente a un Sánchez que no ha escrito su final
Mariano Rajoy: Premio al que cuando espera no desespera
Explica un dirigente del PP que una vez en conversación distendida con Mariano Rajoy este le explicó que no hacer nada y limitarse a esperar es una manera de hacer algo. Una estrategia que, vista desde fuera, puede parecer desesperante pero que a Rajoy le ha funcionado. Pese a haber ganado las elecciones, en enero renunció a presentarse a la investidura. Después de haberse pasado cuatro años ninguneado a la oposición tanto como supo, el PP estaba solo. Tenía una "mayoría absoluta en contra", como reconoció el presidente para justificar su paso atrás. O al lado, como se ha demostrado después. Y aplicó su táctica: esperar. Será verdad que los ganadores en realidad son perdedores con más paciencia. Perdió en enero, aguardó a los errores de los rivales, y acertó.
Ahora, con un gobierno en minoría parlamentaria, unos presupuestos más que recortados por Bruselas, el polvorín de Cataluña sin resolver y con la sombra de la corrupción acechando a su partido, no tendrá más remedio que recuperar el talante dialogante que le caracterizó cuando hace ya dos décadas se estrenó como ministro de Administraciones Públicas. Los nombres y reparto de competencias de su nuevo gabiente servirán de pista. Paralelamente deberá abordar los cambios en la cúpula del PP, una renovación que, como en todos los partidos, será mucho menos traumática que si los populares hubiesen tenido que regresar a la bancada de la oposición.
Pedro Sánchez: El protagonista que aún no ha escrito su final
Para miles de militantes y votantes socialistas es un héroe. Para otros, muchos con galones, es el culpable de la fractura del partido. Pedro Sánchez creía que era posible que Ciudadanos y Podemos aparcasen sus diferencias para ayudarle a ser presidente del Gobierno. Se equivocó. Habrá quien piense que pecó de ingenuidad. O tal vez fue todo lo contrario. Él insistía en la regeneración sin contar que en el tablero español hay ejes, uno de ellos el de izquierda-derecha, a los que hay que sumar factores como el independentismo que deben tenerse en cuenta a la hora de diseñar la política de alianzas. Tras fracasar en su propósito de llegar a la Moncloa, logró desmentir a las encuestas al evitar que Podemos. arrebatase el segundo lugar al PSOE. A partir de ahí empezó su calvario. Cuando más se reafirmaba él en su no es no a Rajoy –un rechazo que fue en aumento a medida que pasaban las semanas– más cundía el pánico entre los barones de su partido. Y llegó un momento en que la disyuntiva solo era una: Rechazo a Rajoy o terceras elecciones. Sánchez optó por la primera. La mayoría de la cúpula prefirió la segunda.
La duda ahora es saber si tira la toalla definitivamente o quiere dar la batalla en las primarias para volver cual Cid socialista. Uno de sus colaboradores más cercanos, Antonio Hernando, fue el encargado de justificar la abstención socialista, pero Sánchez sabe que una parte de las bases aún esta con él. Aunque tal vez con eso no sea suficiente para regresar.
Susana Díaz: La "casta de los fontaneros" que mueve los hilos
"Soy de la casta de los fontaneros", sentenció en una ocasión Susana Díaz en referencia a la profesión de su padre y para defenderse de quienes la acusan de representar la peor imagen del llamado aparato del PSOE. Lidera la federación más poderosa e influyente del socialismo español. El 25% de los delegados del comité federal eran suyos (es el mismo porcentaje de diputados que aporta al grupo socialista en el Congreso). La segunda delegación más elevada en los tumultuosos cónclaves socialistas es la catalana, pero con menos de la mitad (el 11%). Díaz ha hecho valer su influencia y, gracias a la ayuda inestimable de referentes como Felipe González yAlfredo Pérez Rubalcaba, encumbró en su momento a Pedro Sánchez y cuando le ha convenido se ha deshecho de él. El precio pagado no parece poco. Permitir que gobierne Mariano Rajoy a riesgo demostrado de fracturar el partido y alejarse de una parte de la militancia.
En el PSOE, y sobre todo, en el PSC, consideran que las maniobras de la dirigente andaluza la inhabilitan para «coser» el partido, en expresión utilizada por ella misma. Sus detractores arguyen que quien ha contribuido a deshilbanar el PSOE no puede ser la persona encargada de liderar la reconciliación. Nadie se atreve a pronosticar cuáles serán sus próximos pasos. Pero, decida o no dar el salto a la secretaría general, su protagonismo no menguará. Uno de los nombres que gana fuerza para relevar a Sánchez es el de Patxi López, una alternativa que generaría más consenso.
Pablo Iglesias: El sector duro de una izquierda fracturada
La guerra fraticida en el PSOE ha dejado en un segundo plano la que se libra en Podemos entre 'pablistas' y 'errejonistas'. La fracasada negociación con el PSOE evidenció que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tenían visiones distintas sobre la estrategia a seguir. En el PSOE todavía se preguntan por qué el líder podemita convocó una rueda de prensa para pedir ministerios sin ni siquiera haberlo hablado con ellos. No menos dolorosa fue la referencia a la cal viva de los GAL, una mención que los socialistas todavía hoy interpretan cómo una prueba de que Iglesias nunca tuvo intención alguna de llegar a acuerdos y que su único propósito fue siempre lograr un sorpasso que no llegó a producirse.
El líder morado, vehemente incluso cuando la situación no lo requiere, y su segundo, más reflexivo, no han tenido reparo en evidenciar sus diferentes puntos de vista a través de tuits, conferencias y ruedas de prensa. Iglesias quiere reforzar el espíritu del 15-M que está en el ADN de los círculos. Más calle frente a un Errejón que considera que el camino a seguir pasa por crecer hacia la socialdemocracia.
Ahora el campo de batalla se sitúa en Podemos Madrid, donde ambos intentan hacerse con el control (de momento lleva ventaja la candidatura errejonista). Lo que nadie duda es que el Congreso de los Diputados será el banco de pruebas para ver qué tesis acaba imponiéndose. En todo caso el propósito común es ganar espacio a costa de la debilidad del PSOE.
Albert Rivera: La muleta de un bipartidismo que aguanta
Para algunos es el ejemplo de político responsable, el único que intentó evitar unas nuevas elecciones tras el endiablado resultado del 20 de diciembre al apoyar a Pedro Sánchez. Para otros es el máximo exponente del travestismo político porque igual que entregó sus votos al entonces candidato socialista, ha apoyado ahora al líder del PP. Sus líneas rojas más bien son moradas porque su objetivo fue y es frenar a Podemos ( y evitar cualquier concesión al independentismo catalán).
Buen orador, como ya demostró en el Parlament, Rivera ha comprobado que cuando se trata de Ciudadanos, las encuestas son siempre más generosas que los electores. Su partido se ofrece como un aire regenerador pero desde el primer día le persigue la imagen de marca blanca del PP. Seguramente Mariano Rajoy ha ayudado a ello cada vez que le ha ninguneado públicamente pese a necesitarle. Tal vez porque durante la campaña electoral el líder de Ciudadanos no se cansó de repetir que sus diputados jamás harían presidente al líder popular. La hemeroteca ha sido especialmente cruel en estos más de 300 días.
A partir de ahora deberá ver cómo equilibra su papel de socio parlamentario del PP (tienen un programa común firmado) con la necesidad de narcar un perfil propio. Sus ataques a Podemos, como ha quedado demostrado esta semana, le ayudarán a forjarse su espacio.
Felipe González: No es Dios pero a veces lo parece
Cada vez que habla Felipe González es noticia. Para regocijo de los suyos o de los adversarios siempre se lía. Incluso cuando no habla en público (pero acaba trascendiendo), también salta a los titulares. Desde un principio estuvo a favor de que el PSOE entregase el gobierno a Mariano Rajoy y así acabará siendo. En unas conversaciones que acabaron con la carrera política del ya fallecido Txiqui Benegas se escuchaba al entonces dirigente socialista referirse a González como «Dios». No lo hacía como un elogio, pero es así como muchos lo ven aún en el partido y eso que han pasado ya 25 años.
«Todavía, aunque algunos lo piensan, yo no me creo Dios», afirmó el expresidente hace un mes. Y a renglón seguido añadió: «Todos los lideres políticos tienen que asumir la responsabilidad de sus propios actos». Fue su manera de enseñarle la puerta de salida a Pedro Sánchez, a quien acusó de haberle engañado al asegurar que le había confesado que el PSOE se abstendría. Y así será. Una vez más, González se ha salido con la suya.
Miquel Iceta: El salvavidas de un PSC que se reivindica
Miquel Iceta no se cansa de repetir que nunca hubiese imaginado que el PSOE y el PSC se enfrentarían por la investidura de un presidente del PP. Pero es lo que está pasando. Podría resumirse la situación del PSC ironizando con el castrista 'socialismo o muerte'. Iceta, uno de los afines a Pedro Sánchez que aguantó con él hasta el final, ha elegido socialismo porque como intentó resumirles a los cuadros del comité federal del PSOE, la situación política en Cataluña no les deja otra opción. La abstención es sinónimo de muerte porque ha calado la idea de que Mariano Rajoy es también responsable del actual bloqueo institucional y del auge del independentismo. De ahí que Iceta defienda que el PSC tiene que jugar un papel de puente para evitar que se acabe consumando una ruptura entre Cataluña y el resto de España.
En estos meses, además, el primer secretario del PSC ha visto reforzada su autoridad al imponerse en unas primarias más que reñidas a Núria Parlon.
Carles Puigdemont: El presidente del referéndum ( o no)
Carles Puigdemont llegó a la presidencia de la Generalitat por accidente pero ha logrado sacudirse la sombra de Artur Mas pese a que este sigue en activo. Fracasó en el intentó de aprobar sus primeros presupuestos y eso le llevó a someterse a una cuestión de confianza del que salió airoso.
Tiene previsto llamar a Mariano Rajoy una vez este haya sido ya investido de nuevo como presidente. Su propósito es insistirle en que debe dar una respuesta a la petición de referéndum que no se limite al portazo. En las filas de la antigua Convergència más de un dirigente anhela una salida pactada al conflicto abierto. La reforma constitucionalpodría ser una de ellas (si no la única). Es una opción que denostan los independentistas que quieren la secesión al precio que sea y los populares acostumbrados al rodillo parlamentario. Pero puede ser el punto intermedio en el que converjan, para alegría de socialistas y 'colauistas'.
Íñigo Urkullu: Cada uno a lo suyo y el PNV, el primero
Los nacionalistas vascos aseguraron que sus votos no servirían para hacer presidente a Mariano Rajoy. Tenían por delante una campaña electoral y a Bildu y Podemos cada vez más cerca. Existían dudas de si el PNV acabaría cambiando de opinión por si necesitaba el apoyo del PP en Euskadi. Pero se mantuvo firme, ganó las elecciones y de nuevo Íñigo Urkullu será lendakari.
A diferencia de los nacionalistas (ahora independentistas) catalanes, el PNV no busca ninguna ruptura. El ventajoso régimen fiscal que tiene (que solo Ciudadanos se atrevió a cuestionar en la campaña vasca y el resultado es que no obtuvieron ni representación) contribuye a que la tensión con el Gobierno central sea mucho más contenida.
Nadie duda en el Congreso que los cinco diputados del PNV, aunque puedan parecer pocos, se harán valer en esta nueva legislatura. Habrá que estar atentos a los próximos presupuestos del Ejecutivo de Rajoy.