«Hay que formar líderes para que la gente no sea resignada»

—¿Qué recuerdos tiene de su pueblo?

—Fui un chaval muy feliz allí en aquellos años del estraperlo. Recuerdo a los asturianos que venían a comprar fabes y dormían en la casa. Muchas veces nos contaban que en el fielato de León se lo quitaban todo.

—¿Por qué se hizo cura?

—Empecé a estudiar el bachillerato en los Agustinos de León, igual que mis dos hermanos. Me llamó la atención, fui al seminario de Palencia y aquí me tienes, con 81 años.

—¿Qué echa de menos de aquí en Bolivia?

—Nada. Ahora con la globalización hay de todo allí. Antes aceite de oliva sólo se podía comprar en las farmacias.

—¿Qué consejo daría a la iglesia de aquí?

—No soy quien para dar consejos, pero entiendo que la iglesia tiene que escuchar más al pueblo. Lo que dice el papa: tiene que hacerse pueblo metidos en Dios y con olor a oveja. Es lo que hacemos allí y por eso la iglesia en Bolivia es la institución de mayor credibilidad.

—Pero, ¿van a salir de la pobreza algún día?

—No es nada fácil. Son tan grandes los intereses del ídolo dinero, del capital. Pero si en el área que trabajas luchas por reducir la pobreza y devolver la dignidad se puede conseguir. La educación y la formación de líderes es fundamental para que la gente no sea resignada y pasiva.

—¿Qué se puede aprender aquí de lo que hacen allí?

—Aquí notas un individualismo tremendo, allí el sentido comunitario está más a flor de piel.

—¿Cómo viven allí el 12 de octubre?

—Ya pasó a la historia, no se celebra nada.

—Aquí es polémico, ¿cómo se debería vivir?

—Hay que empezar por sentirse una nación, pero estamos tan fragmentados que tiene sentido porque ciertas regiones de España no lo van a celebrar.

—¿Vamos a un país en descomposición?

—No, hay ritmos en la historia. Lo que tienen que hacer es dialogar más en busca del bienestar de todos los españoles. Pero, ¿quién soy yo para dar consejos al país?