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LEONESAS DE AYER Y HOY. ÁNGELA RUIZ ROBLES

La guerrera montañesa que soñó la era digital

Ángela Ruiz Robles fue maestra de profesión e inventora de vocación. Nacida en Villamanín en 1895 vislumbró el siglo XXI con la creación de la enciclopedia mecánica. En 1949 solicitó la patente de lo que hoy se considera el invento precursor del libro electrónico.

León

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«Venimos a este mundo no solo a vivir nuestra vida lo más cómodo y mejor posible, sino a preocuparnos de los demás, para que puedan beneficiarse de algo ofrecido por nosotros». Así pensaba Ángela Ruiz Robles, la hija del boticario de Villamanín que convirtió su pasión por la enseñanza en una fuente de creatividad para facilitar el aprendizaje a las nuevas generaciones de estudiantes.

Doña Angelita vino al mundo el 28 de marzo de 1895, cuando España todavía conservaba los últimos restos del imperio en Cuba y Filipinas y las mujeres tenían vetada la entrada en la universidad. Estudió Magisterio en León, profesión que se había concebido especialmente para las mujeres que accedían a la cultura, y su primer destino la llevó a Galicia, a la aldea ferrolana de Santa Uxía de Mandía.

Una vez le preguntaron que desde cuando era inventora y contestó: «Desde 1916. Lo primero que inventé fue un procedimiento taquigráfico». Tenía entonces 21 años y 23 cuando tomó posesión de la escuela gallega. Se dedicó en cuerpo y alma a enseñar a quienes acudían al curso de forma regular y a obreros y personas adultas de forma altruista por las tardes.

También preparó a centenares de opositores de Correos, Telégrafos y Aduanas en su academia y crió a tres hijas: Elvira, María y Carmen. Con la primera sílaba de los tres nombres formó el de su empresa, Elmaca. No había nada que se le pusiera por delante. Cuentan que un día le retaron a montar a caballo y no lo dudó. Y cuentan, también, que manejaba el coche con más pericia que su marido. Aprovechaba el silencio nocturno para plasmar sus métodos e ideas con la máquina de escribir. Desde que en 1938 publicó Compendio de ortografía castellana un total de 16 libros vieron la luz de la mano de Ángela Ruiz Robles.

Sin duda tenía dotes para los artefactos y para idear tecnología, pese a vivir en una época en la que a la mujer se le negaba sus capacidades más allá del hogar. Doña Angelita fue una rebelde, una guerrera, y su inventiva y tesón le han hecho merecedora de figurar, como una estrella femenina de la humanidad, en el libro Las chicas son guerreras. 26 rebeldes que cambiaron la historia, de Irene Cívico y Sergio Parra que el sello Montena acaba de publicar dirigido al público infantil y juvenil de 7 a 12 años. Mujeres olvidadas o ignoradas por la historia que han hecho aportaciones a las matemáticas y la astrofísica, a las artes y a los derechos humanos, desde Hipatia de Alejandría a Malala Yousafzai pasando por Mary Shelley o Lady Gaga.

En 1949, doña Angelita hizo historia al presentar en la oficina de patentes la primera versión de la enciclopedia mecánica: un artefacto multimedia, interactivo y trilingüe. Un año más tarde le concedieron la licencia y durante 11 años pagó los derechos con la esperanza de que ver hecho realidad el ingenio que, con el tamaño de un libro, recogía los contenidos de muchos textos. Soñó la educación del siglo XXI y manejaba los conceptos de la era digital (hipertexto, enlace...).

Sabía que el camino era su método «ultramoderno», «ideovisual» e «intiutivo» en lugar de los métodos memorísticos que machacaban a las criaturas en la escuela. También pensó en la posibilidad de incorporar sonido, lo que demuestra la confianza que tenía en los métodos audiovisuales que imperan hoy como herramientas de aprendizaje.

Con el paso del tiempo mejoró el invento pero no consiguió ver hecho realidad su sueño. «Ya que traemos niños a este mundo tenemos la obligación de hacerles la vida más fácil», afirmaba con el temple resuelto que le caracterizaba. El prototipo se expone en el Museo de la Ciencia y Tecnología de A Coruña, junto a muchos de sus libros e inventos.

Doña Angelita fue una mujer preocupada por aportar algo de su conocimiento a la humanidad y, según quienes la conocieron, encontraba una de sus mayores satisfacciones en el «deber cumplido». Su nieto Daniel González de la Rivera, que recuerda el soniquete de su máquina de escribir en el silencio de la noche, rescata una de sus máximas: «No estamos aquí para perder el tiempo».

En 1947, sin estar encuadrada en las estructuras del régimen franquista, ni siquiera en la Sección Femenina, recibió como compensación a su dedicación docente y social la Cruz de Alfonso X El Sabio y Medalla de Oro. En 1952 obtuvo un diploma en la primera exposición de inventores españoles. Creó varios atlas que combinan la geografía con la enseñanza del idioma.

La enciclopedia mecánica es la precursora del libro electrónico, cuya invención se atribuye a Michael Stern Hart, quien en 1971, en Illinois, Estados Unidos, compartió el libro de la declaración de independencia de su país con el centenar de usuarios que utilizaban la red de Arpanet.