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Aznar rompe con Rajoy al dejar la presidencia de honor del PP

Los populares reciben con «alivio» la noticia de que ya no acudirá al congreso de febrero.

Publicado por
León

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nuria vega | madrid

Hacía tiempo que José María Aznar y Mariano Rajoy habían roto relaciones. Fue ayer, sin embargo, cuando el exjefe del Ejecutivo decidió enviar por escrito y firmados los papeles del divorcio. En una carta remitida al líder del PP y publicada en su página web, quien llevó al partido por primera vez a la Moncloa anunció una resolución drástica y cargada de simbolismo: su renuncia como presidente de honor de los populares.

Llevaba a gala el cargo desde que en 2004 el PP le concedió el reconocimiento tras ceder el liderazgo de la formación a Rajoy. Para entonces ya había sido «ocho años presidente del Gobierno de España y catorce años presidente nacional del Partido Popular», como subrayaba en su misiva. Desde este martes, sin embargo, Aznar pasa a ser un militante de base.

«Querido Mariano, quiero comunicarte mi decisión», trasladó al jefe del Ejecutivo, de visita en Nueva York. Para entonces ya le había anticipado sus intenciones por teléfono. Tras meses de incomunicación, Aznar se puso en contacto con el líder de los populares para oficializar su ruptura. Fuentes de la Moncloa confirmaron que la noticia se había acogido con tranquilidad. Desde luego, no por inesperada ha resultado desconcertante.

La razón primera que esgrime el expresidente para desvincularse de Rajoy es que la fundación que dirige, Faes, rompió amarras con el PP el pasado 3 de octubre. Así que el de ayer, viene a explicar Aznar, era sólo el siguiente paso lógico del proceso. «Ningún patrono de Faes ocupa cargo alguno,». Pero en realidad existen «otras consideraciones que alargarían innecesariamente estas líneas», como insinúa en su texto, que llevan a Aznar a dimitir.

La suya con Rajoy es una historia pública de desavenencias y desencuentros. Los años de la mayoría absoluta, entre 2011 y 2015, fueron un caldo de cultivo para las críticas del expresidente del Gobierno, que ya en las últimas elecciones no participó en la campaña de Rajoy. Todo culminaba la semana pasada, cuando Faes emitió un nuevo análisis entendido por los populares como un torpedo en su línea de flotación.

El clima se había enrarecido hasta el punto de que los populares no se atrevían a pronosticar si el expresidente aparecería en el congreso que la formación tiene programado para los días 10, 11 y 12 de febrero. En la dirección se pasaban aún ayer la pelota, horas antes de conocer la renuncia, sobre si les correspondía invitar de manera formal a Aznar para contar con su presencia en el cónclave. Aunque la mayoría descartaba su asistencia por poco probable. Desde 1979, como quiso incidir por escrito el hasta ahora presidente de honor del PP, no había faltado a ninguna de estas citas. No ocurre lo mismo con los encuentros del comité ejecutivo, órgano al que pertenecía. Apenas acudía a sus reuniones y la última ocasión en la que lo hizo fue el 21 de diciembre de 2015, el día después de los comicios generales, para reclamar un congreso abierto a los militantes en el que se renovara la dirección del PP. En este contexto, la renuncia se vivió en las altas esferas del partido casi con «alivio» y con la sensación de que se allana el camino para que el Congreso Nacional ratifique el liderazgo de Rajoy sin sobresaltos. No parece, apuntan los populares, que Aznar esté pensando en emprender un nuevo proyecto político. Recuerdan que en su comunicado ensalza sus 38 años de militancia en el PP, expresa su «gratitud» a los afiliados por la «lealtad» y se siente «orgulloso de ser uno más entre ellos».

Es más, hay quien intuye que su influencia, por mermada que esté, pesará cuando llegue el momento de la sucesión de Rajoy. Por ahora, Aznar se aparta y desea a su heredero «los mejores aciertos».