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Zoido homenajea al ‘águila’ que derrotó a ETA

El ministro visita a los guardias civiles que «han abocado» a los terroristas a entregar las armas.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. ÁNGEL DIAZ

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León

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M. Sáiz-Pardo / M. Balín | Madrid

El fin de ETA está lleno de simbología. También desde el Ministerio del Interior. 48 horas después del supuesto desarme de la banda terrorista, el Gobierno quiso dejar claro, también a través de símbolos, que la entrega de armas no es casual, ni voluntaria. Juan Ignacio Zoido escenificó la respuesta del Ejecutivo al desarme con una visita poco habitual. Zoido se fue ayer al ‘sancta sanctorum’ de la lucha antiterrorista en Francia —que está en Madrid— para decirles a los agentes de la Guardia Civil que el desarme de ETA es suyo.

Primera hora de la mañana del lunes. Un Audi negro y blindado recorre las callejuelas de un barrio periférico —y muy modesto— del noreste de Madrid. Totalmente prohibido desvelar la ubicación. Nada de fotógrafos, más allá de los de Interior. Llegar hasta aquí requiere el más afinado de los GPS. Ni una señal. Ni un cartel. Estamos en la sede de los Servicios de Información de la Guardia Civil (SIGC), los tipos que se ganaron hace años la confianza de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa para poner a ETA contra las cuerdas. Zoido se baja del coche. No hay ni rastro del glamour de otros actos oficiales. En el parking del ‘edificio de cristal’ deambulan chavales veinteañeros de aspecto anodino mezclados con cincuentones de formas desenfadadas. Ni un traje. El ministro encamina sus pasos al interior del edificio ‘secreto’. Solo allí se empieza a intuir dónde acaba de entrar el ministro. Una gigantesca cabeza de águila, emblema de los SIGC, da la bienvenida al visitante. «El águila que se ha comido a la serpiente de ETA», no se cansan de repetir los operativos a los invitados. Se nota que en este edificio no están acostumbrados a recibir visitas y que la ocasión es especial. El Ministerio del Interior no quiere, al menos oficialmente, dar mayor publicidad al desarme de ETA, pero en el fondo hay un aire de triunfalismo que la Guardia Civil quiere saborear como propio.

Un reconocimiento

Y Zoido —y el Gobierno— quieren «reconocer» a esos agentes su «victoria». Y allí están. El ‘comité de bienvenida’ no son más de cuarenta hombres y mujeres vestidos con vaqueros desgastados. Sorprende su juventud. «En realidad somos muchos más, pero el resto están en Francia», se excusa uno de ellos. No hay fanfarrias. Es más, no hay ni sillas. Zoido improvisa, aunque sabe de lo trascendente del momento.

Zoido les dice que ellos, y no ETA, han sido la «pieza clave» para que los terroristas «primero dejaran de matar y ahora hay decidido entregar las armas». Ellos son los que han «abocado» a la banda a esta «especie de paripé» de desarme. Ellos —explica— son los que vienen «pisando los talones» a los etarras desde hace años en Francia y los que han facilitado que ETA haya sido descabezada hasta trece veces antes de su rendición.