Diario de León

Iglesias pierde pero pone las bases para dialogar con el PSOE

El líder de Podemos se ve ganador y Rajoy constata que su minoría es estable por el momento.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, es apludido por los diputados de su grupo. EMILIO NARANJO

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, es apludido por los diputados de su grupo. EMILIO NARANJO

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ramón gorriarán | madrid

Pablo Iglesias y Mariano Rajoy celebraron igual el final del debate de la moción de censura, con una ovación de los suyos. Los dos tenían motivos para la satisfacción y para la desazón. El líder de Podemos salió derrotado sin paliativos, pero se fue a casa con un tímido acercamiento al PSOE en el bolsillo. El presidente del Gobierno tampoco logró rechazar la censura con la mayoría absoluta de los Presupuestos, pero comprobó que no existe una mayoría alternativa y que construirla no será tarea de dos días.

170 diputados del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, Foro Asturias y Unión del Pueblo Navarro votaron no; los 97 del PSOE, PNV, Pdecat y Nueva Canarias se abstuvieron; y 82 de Unidos Podemos, Esquerra, Compromís y EH Bildu votaron a favor. Las 16 horas de debate no movieron un solo voto y el resultado fue el previsto. El líder de Podemos, sin embargo, cantó victoria porque su objetivo inconfeso no era ganar la moción y desalojar a Rajoy de La Moncloa. Su pretensión, a la vista de los resultados de las primarias del PSOE, era reconstruir los puentes volados con el partido que lidera de nuevo Pedro Sánchez, y entendió que ayer dio un paso hacia esa meta. Era además una forma de paliar su fracaso. Ahora bien, la sinceridad de ese movimiento amistoso ya es otro cantar porque Iglesias no se ha apeado de su idea de ser el referente de la izquierda. Hay puentes, pero los cimientos son, como poco, dudosos.

Con sus palabras conciliadoras -«le tomo la palabra para trabajar juntos por una mayoría alternativa», emplazó al portavoz socialista, José Luis Ábalos- intentó además lavar el borrón de la investidura de marzo, cuando se negó a facilitar, fuera con su apoyo o con su abstención, que gobernara Pedro Sánchez. Negativa que le reprocharon varios portavoces durante el debate.

Pero Iglesias tiene motivos para la reflexión. Todos los portavoces, incluso alguno de los que votaron a favor de la censura, fueron muy críticos con él. El líder de Podemos fue el común denominador de las palabras más duras, por supuesto del PP, pero también del PSOE, Ciudadanos -su duelo con Albert Rivera fue uno de los más barriobajeros que se han escuchado en el Congreso en los últimos tiempos- PNV, Pdecat y las dos fuerzas nacionalistas canarias. Hasta los portavoces de Compromís y EH Bildu se permitieron algún pescozón al candidato.

El líder de Podemos, sin embargo, obvió esa parte de la realidad y miró la parte llena de una botella semivacía. «Entre votos a favor y abstención -calculó- hay mayoría suficiente para echar al PP. Ojalá antes de Navidad podamos echar al PP» y se comprometió a trabajar en esa dirección con el resto de fuerzas de izquierda. Esa suma daría 180 diputados frente a los 170 que reuniría Rajoy de no cambiar nada hasta entonces.

Iglesias se planteó la moción de censura como una oportunidad para demostrar su talla política en los debates con todos los portavoces, como si de un debate del estado de la nación o una sesión de investidura se tratara. En ese sentido el resultado fue discutible. Para los suyos quedó acreditada, para los demás grupos, en absoluto.

El otro ovacionado de la jornada también tuvo motivos para paladear un sabor agridulce. Rajoy, el protagonista ausente de la segunda jornada del debate, corroboró que su minoría es estable, a pesar de los ocasionales desaires de Ciudadanos, y constató que las huestes opositoras están todavía lejos de amalgamarse. Sorteó con holgura la censura, pero sabe que la mayoría absoluta de los Presupuestos fue circunstancial porque las amistades del PNV y Nueva Canarias eran interesadas.

El presidente del Gobierno tiene las espaldas cubiertas a medias. No podría ganar una cuestión de confianza si se le ocurre plantearla ni enfrentarse con éxito a una nueva moción de censura si es el socialista Pedro Sánchez el que la impulsa de la mano de Podemos.

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