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El nuevo PSOE obtiene el menor respaldo de la historia reciente

Pedro Sánchez pone rumbo a la Moncloa sin sanar las profundas heridas del partido.

Sánchez saluda a delegados y simpatizantes durante el acto de clausura del Congreso Federal del partido. EMILIO NARANJO

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León

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P. de las Heras | Madrid

Lo que ocurra en el PSOE a partir de este momento será responsabilidad casi exclusiva de Pedro Sánchez. Nunca un secretario general había tenido tanto poder, nunca había dispuesto de semejante margen de maniobra para diseñar un equipo de dirección a su antojo o para marcar el rumbo del partido. Él ha decidido ejercerlo sin concesiones a quienes dejaron claro, ya en 2016, que no lo querían como líder. Su único gesto de integración ha sido la incorporación de Patxi López, el rival secundario de las primarias, como secretario de política territorial . Y eso explica, en buena medida, que la ejecutiva que salió del 39º Congreso Federal socialista, celebrado este fin de semana en Madrid, haya sido la de menor respaldo de la historia reciente: un 70’5 %.

Son veinte puntos más de lo que obtuvo su candidatura gracias al voto directo de las bases el pasado 21 de mayo, pero 16 menos de los que cosechó la dirección de 2014, cuando colocó a casi todos los barones que lo habían ayudado a ser algo más que un simple diputado con aspiraciones y aún tenía el apoyo interesado de la entonces poderosa Susana Díaz. Es también una cifra inferior a la que obtuvo la ejecutiva de Alfredo Pérez Rubalcaba dos años antes (80%); de la que cosechó el equipo de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2000 (90,2%) e incluso de la que alcanzó el de Joaquín Almunia en 1997 (73%).

A los ‘sanchistas’, sin embargo, les preocupa poco. «Hoy el reloj del PSOE y el reloj de España marcan la misma hora; hemos puesto rumbo a La Moncloa», dijo el restituido secretario general sobre el escenario montado para su ‘coronación’, ante más de 5.000 militantes. Es difícil que, a corto plazo, el voto de castigo a la ejecutiva se traduzca en inestabilidad después del soberano sopapo que recibieron en las primarias sus críticos. De modo que Sánchez se mostró impasible. Ni Felipe González, ni Zapatero, ni Rubalcaba estaban entre los asistentes al acto de clausura del congreso, algo inimaginable en otra época. Tampoco Susana Díaz, a la que en estos dos días se ha visto absolutamente derrotada, ni Javier Fernández, el presidente asturiano, al frente de la gestora desde el ya inolvidable 1 de octubre y absolutamente silente desde hace semanas. Ninguno tuvo que oírle decir a los militantes, henchido de orgullo, : «Olvidamos lo que éramos y vosotros os levatásteis para recordárnoslo».

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