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Iglesias pone en cuestión que el rey sea capaz de legitimarse en su trabajo

El líder de Podemos descarta por ahora «enmendar la forma de Estado».

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León

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paula de las heras | madrid

Pablo Iglesias no se oculta, es republicano y a menudo se ha prodigado en gestos para poner de manifiesto su rechazo a la Monarquía como forma de Estado. Sin embargo, la III República no está entre los objetivos marcados en su programa electoral y, poco después de que Felipe VI accediera al trono, en 2014, elogió su astucia para mejorar la imagen de la corona. Incluso afirmó que si se presentara a unas elecciones a Jefe del Estado ganaría de calle. Ahora, en cambio, cree que ha perdido el pulso de la sociedad española y que lo demostró este mismo miércoles en el Congreso de los Diputados.

El líder de Podemos ofreció ayer una charla para clausurar un ciclo organizado por su partido en los cursos de verano de El Escorial en el que puso en cuestión que el rey esté siendo capaz de legitimarse en el ejercicio del cargo, como lo hizo su padre en los primeros años de la democracia.

El reproche llega en plena polémica por la ausencia de Juan Carlos a los actos organizados por las Cortes Generales para conmemorar el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas de 1977. «Como os podréis imaginar, Juan Carlos de Borbón no es santo de mi devoción por muchas razones -subrayó-, por la cercanía que siempre tuvo con un dictador, por amistades extrañas que justificaron una manera de enriquecerse que muchos de sus biógrafos han señalado como poco legítima (…) pero es indudable que es una figura histórica de primer orden para entender todo el devenir del sistema político español».

A juicio de Iglesias, no se le invitó porque don Felipe pretendía trasladar la idea de que él representa a una España distinta. Y en ese intento cree que «fracasó». «Falló -dijo- porque fue incapaz de decir nada de los tres grandes desafíos que tiene España: la corrupción, la quiebra del modelo social de bienestar y la tensión plurinacional». El monarca ha tenido por lo tanto, a sus ojos, una evolución negativa respecto a su primer discurso de Navidad, en el que sí defendió la necesidad de regenerar la vida pública. El miércoles, en cambio, le pareció que no estuvo «a la altura del momento histórico» y que dejó en el aire una pregunta: «¿qué representa el rey?».

Advirtió que sus palabras no pretenden ser una «enmienda a la forma de Estado» como tal sino una llamada de atención.

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