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Los tres errores del despliegue policial

El Gobierno desoyó las recomendaciones policiales de una operación de mucha menor envergadura, con cierres y sin desalojos

Efectivos de los Mossos d'Esquadra, a la entrada del parlamento catalán durante la manifestación convocada por Societat Civil Catalana hoy en Barcelona en defensa de la unidad de España.

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MELCHOR SÁIZ-PARDO | MADRID
León

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"¿Qué falló el 1-O?". "Nada. Bueno, quizás todo si hablamos de la concepción del operativo", confiesa en modo críptico un alto mando de la Policía Nacional, implicado directamente en aquel despliegue cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Nada porque -y en esto insisten todo los responsables de Interior una semana después- el operativo, a pesar del desafío, fue "proporcionado". No hubo, según su análisis, "excesos policiales", el "uso de la fuerza fue el adecuado" para la misión encomendada. Y el número de "heridos, heridos de verdad son solo dos, como han reconocido los jueces". Según los altos mandos de las fuerzas de seguridad, la "profesionalidad" de los 12.000 agentes de la Policía y la Guardia Civil "evitó situaciones límites" en una coyuntura en la que había centenares de miles de personas en las calles. Solo una ocasión, una encerrona a un reducido grupo de agentes antidisturbios en la calle Sardenya, obligó al uso de pelotas (el herido en el ojo de carácter grave lo fue en esa refriega).

Pero no todo es autocomplaciencia. Los mandos (aunque ni mucho menos todos) también admiten errores. Fallos que, sin embargo, no achacan a la "ejecución" del dispositivo en sí, sino a las "injerencias" externas a los técnicos de la Policía y la Guardia Civil que, desoyendo las recomendaciones de los especialistas -y muy en particular de los servicios de Información- forzaron a poner en marcha un "dispositivo" muy diferente al que proponían los técnicos de las fuerzas de seguridad. Los especialistas, conscientes de que de los 12.000 agentes solo algo menos de 3.000 pertenecían a unidades de 'contención de masas' y que con ese contingente era imposible intentar si quiera "personarse" en los más de 2.300 colegios de Cataluña propusieron un despliegue mucho más modesto. Sin embargo, el Gobierno y la cúpula de Interior -coinciden una decena de mandos consultados para esta información- forzaron el operativo que se vio el 1-O y que, en realidad, debía llegar hasta el cierre de los colegios a las 20.00 horas y no hasta las 17.00 horas cuando se dio la orden de volver.

Las tres recomendaciones policiales que no se atendieron fueron: hacer un despliegue de mucha menor envergadura, evitar los desalojos para primar las ocupaciones preventivas y actuar antes de los Mossos d' Esquadra. Sobre el primero punto, los mandos de las Unidades de Intervención de la Policía (UIP, andisturbios) de las Unidades de Prevención y Respuesta (UPR) del CNP y de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil avisaron con varios días de antelación de que era materialmente imposible intentar desalojar a cerca de los 500 centros que se barajaron en un primer momento. Aunque la resistencia fuera exclusivamente pacífica -avisaron- con ese plan algunos grupos de 50 operativos tenían que desalojar hasta 20 colegios diferentes.

Al final, ningún contingente consiguió llegar a más de 5 ó 6 colegios y el número final de centros clausurados por los funcionarios de las fuerzas de seguridad del Estado terminó siendo de solo 92. Aun así, los funcionarios salieron de los barcos, hoteles y cuarteles con la orden de intentar llegar al medio millar de centros.

No seguir la idea alternativa a este macro despliegue que plantearon los especialistas de Policía y Guardia Civil fue el segundo error de las órdenes de Interior. Los técnicos plantearon la posibilidad de hacerse con el control desde el inicio de entre 30 y 40 centros electorales "clave", tanto de la ciudad de Barcelona, donde se concentraban los grandes medios nacionales e internacionales, como de otros grandes núcleos de las cuatro provincias. Nada de expediciones de cierre, cada contingente se quedaría en un solo centro. Para ello, era imprescindible haber comenzado el despliegue a primera hora de la madrugada y tomar el control de esos colegios, escogidos por su "relevancia mediática" pero también por la escasez de público. Y no desalojar.

Simplemente, si los congregados no abandonaban el colegio, cerrar el mismo, precintarlo y establecer un cordón de seguridad para impedir la entrada de público y, sobre todo de las urnas. Los defensores de esta opción, que obviamente perdieron, alegaban que así se daba la imagen de firmeza contra el 1-O ordenada desde Moncloa y se evitaban las inevitables imágenes de forcejeos para desalojar colegios previamente ocupados por centenares de personas. "Es mucho más fácil hacer guardar un cordón que desalojar a la gente para llegar a las urnas", resumía uno de estos jefes policiales cuyos consejos no se siguieron.

Tampoco se siguió la tercera petición: la de no espera que intervinieran los Mossos d'Esquadra primero y acordonar colegios entre las tres y las cuatro de la madrugada del domingo, hora en la que había menos público en los centros ocupados y en el momento en que era mucho más difícil movilizar. Sin embargo, desde el Ministerio del Interior y desde Moncloa se insistió en que la policía autonómica "debía de mojarse", pero los Mossos solo comenzaron su despliegue para avisar de que la prohibición del referéndum, no para desalojar, a las seis de la mañana, cuando los colegios ya estaban llenos de personas. Los servicios de Información de las fuerzas de seguridad, e incluso el CNI -según han revelado los operativos- no solo advirtieron hasta la saciedad de que los colegios iban a estar ocupados por una muchedumbre si el despliegue de las Fuerzas de Seguridad no concluía antes de las cuatro de la mañana del 1-0, sino que también insistieron en que no tenía sentido esperar a que los Mossos comenzaran a actuar a las seis de la mañana porque ya habían avisado de que no iban a desalojar ningún centro. Las ordenes del propio mayor de la policía autonómica el 29 de septiembre en un documento de cinco páginas ya dejaba meridianamente claro que los funcionarios autonómicos tenían prohibido el "uso de la fuerza".

Al final, los primeros operativos de la Policía y la Guardia Civil comenzaron a actuar a las 8 de la mañana del 1-O, desoyendo por tercera vez los avisos de los técnicos. Y comenzaron las cargas y las imágenes corrieron como la pólvora por las televisiones y las redes sociales de todo el mundo en segundos.

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