Diario de León

LEONESAS DE AYER Y HOY. EGERIA

La peregrina berciana que plasmó su hazaña en un libro de viaje

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imagen del libro ‘el viaje de egeria’ de ana muncharaz

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León

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ana gaitero | león

Si llegar a Tierra Santa en el siglo IV era una hazaña, lo que hace más singular el periplo de Egeria, de quien ya casi nadie duda de su origen berciano, fue que dejó escrita su aventura en un diario. Aquella mujer que salió de Gallaecia, en el occidente de la provincia romana de Hispania, en el año 381 emplearía tres largos años en una peregrinación que no sólo le llevó a Tierra Santa, sino también a Constantinopla, Egipto y Mesopotamia.

Poco se sabe de Egeria, aunque se cree que era de origen noble y se da por seguro que procedía de las tierras bercianas. El último en sustentar esta teoría, frente a quienes sitúan su cuna en Galicia, es el escritor leonés Saturnino Alonso Requejo que en mayo publicó Los viajes de Egeria del Bierzo (s. IV) a Tierra Santa, Egipto y Mesopotamia en ediciones del Lobo Sapiens.

La Carta de Valerio a los monjes del Bierzo en loor de Egeria, del siglo VII, y las referencias de Enrique Flórez en su España Sagrada son las pruebas que el autor considera irrefutables de la bercianidad de la intrépida peregrina y escritora. En una entrevista de Emilio Gancedo en Diario de León, el autor confiesa que se la imagina como una mujer joven, inteligente, maternal y morena.

De lo que no cabe duda es que preparó el viaje a conciencia y se había informado de la ruta y de los lugares a visitar con profusión de detalles. Así que necesariamente era una mujer culta.

El libro de Egeria ofrece información de primera mano sobre los lugares santos y especialmente de los sitios donde transcurrió la vida de Jesús. No fue el único que se hizo de una peregrinación, pero sí el primero firmado por una mujer y uno de los escasos documentos de este tipo que llevarán la rúbrica femenina hasta etapas incluso más modernas, como destaca la investigadora Rosa María Cid López.

Dicen que la fe mueve montañas. En aquellos tiempos en que el Imperio Romano se desmoronaba fueron miles las personas que se valieron del cursus publicus romano, es decir de la red viaria que había trazado el imperio para llegar hasta los lugares santos y propagar la fe.

El relato de Egeria, conocido como Itenerarium ad Loca Sancta o Peregrinatio, tiene el mérito de ser una de las crónicas que aporta información «de primer orden» de los lugares santos. Se dudó de la nobleza de su estirpe porque está escrito en latín vulgar, pero los expertos en filología han llegado a la conclusión de que Egeria usaba la lengua romance porque prefirió hacerse entender que usar un estilo culto. También se cree que era la forma de hablar en su tierra.

Del diario de Egeria, conocido a través de copias medievales posteriores a su época, que fueron halladas en el monasterio de Monte Casino, Italia, faltan las primeras páginas y las últimas. El relato se inicia con su llegada al monte Sinaí, pero señala que desea volver a Jerusalén siguiendo el mismo recorrido por lo que es posible establecer su trayectoria de forma aproximada. Habría partido de algún lugar de Occidente, pasando por Constantinopla para llegar a Jerusalén y de ahí Egipto.

Después de los lugares de Moisés visita la provincia de la Tebaida, en el Nilo, para continuar el viaje hacia el desierto, Suez y el mar Rojo, como había previsto. Por todas partes había cenobios y anacoretas que se retiraban para orar. Retorna a Jerusalén y recorre gran parte de Palestina, la cueva de los Pastores de Belén, entre otros lugares. Y cuando decide regresar a Hispania lo hace de un modo intrincado. Abandona los lugares santos y recorre Siria, Cilicia y la Capadocia. También visita la ciudad de Edessa, a orillas del Éufrates, porque quiso conocer la tumba de Santo Tomás. En la primavera del año 384 estaba en Constantinopla y tras anunciar la intención de volver a su patria, termina el relato del viaje.

El libro está dividido en dos partes: «La primera habla del viaje por oriente y la segunda de las liturgias que se celebraban en las iglesias de estas regiones», apunta Cid.

Sin duda, Egeria es uno de los personajes que más curiosidad ha despertado por su viaje y por el testimonio que dejó escrito de aquella peripecia. Lo último que escribió fue: «Si después de esto, estaré viva, y si además podré conocer otros lugares, lo referiré a vuestra caridad; o yo misma presente, si Dios se digna concedérmelo, o ciertamente os lo comunicaré por escrito, si otracosa me viene al espíritu.Entretanto, señoras mías y luz de mi vida, dignaos acordaros de mi, sea que esté viva, o sea que haya muerto».

Su rastro se perdió hasta que en el siglo VII el monje Valerio la cita en la famosa carta a los monjes bercianos.

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