Diario de León

Puigdemont pide la UE que reaccione al «golpe de Estado»

El ‘expresident’ reaparece en un acto preelectoral con 200 alcaldes.

Puigdemont y los 200 alcaldes independentistas, en el acto celebrado ayer en Bruselas. STEPHANIE LECOCQ

Puigdemont y los 200 alcaldes independentistas, en el acto celebrado ayer en Bruselas. STEPHANIE LECOCQ

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A. Lorente | Bruselas

Era su día y no lo desaprovechó. Ayer, 7 de octubre, cuando todavía queda un mundo para el incierto 21-D, Bruselas acogió el primer mitin de la campaña electoral quizá más estrámbotica que jamás haya vivido Cataluña en su historia moderna. ¡President! ¡President! ¡President! Eran las 17.27 horas. ¡Llibertad! ¡Llibertad! Ahí está. Por fin apareció. Vaya si lo hizo.

Apenas 48 horas después de quedar en libertad condicional al menos hasta el día 17 y tras llevar tantos días escondido jugando al gato y al ratón, Carles Puigdemont accedió en la sala Bozar como una auténtica estrella de rock aclamado por los 200 alcaldes independentistas llegados de Cataluña que le arroparon como a un héroe. Su mártir. Era su día, jugaba en casa y el expresident se desfogó como un animal malherido criticando la indiferencia de la UE y arremetiendo con una enorme dureza contra el «fascismo español» por perpretar un «golpe de Estado» contra «el Gobierno legítimo de Cataluña» del que aún se considera máximo responsable pese a estar cesado y viviendo en el ‘exilio’.

A las 17.27 horas apareció. Lo hizo entre fuertes medidas de seguridad y en compañía de los ‘cuatro de Puigdemomt’, los exconsejeros que decidieron huir a Bélgica para seguir trabajando desde el ‘exilio’. Toní Comín, Meritxel Serret, Clara Ponsantí y Lluis Puig fueron abrazados, besados, jaleados... «Vuestra fuerza es nuestra fuerza», admitió una emocionada Serret. Todos los discursos pivotaban sobre un relato central, pintar una España franquista, repitiendo una y otra vez términos clave en su estrategia como «represión», «ataque», «agresión», «fascismo» o «presos políticos». Cuando se referían a ellos, «democracia y paz».

Entre eurodiputados y alcaldes hubo siete teloneros que hablaron en inglés, francés o incluso alemán para «internacionalizar el 155 desde el corazón de la UE». Pero su audiencia, salvo una decena de eurodiputados nacionalistas de otros países, se limitaba a esos 200 alcaldes que pese a aplaudir con fervor, muchos no entendían lo que se estaba diciendo, así que apostaron por entretenerse mirando el teléfono móvil. Se hizo largo, cerca de dos horas, pero el momento estelar llegó a las 18.40 horas, cuando las varas de mando de los regidores volvieron a agitarse con fuerza al grito de «president» y «llibertad».

Habló durante 18 minutos y no dejó títere con cabeza. Eso sí, en ningun momento habló de la lista única que tanto anhela el PDeCAT, su partido, para difuminar su posible descalabro. Se limitó a atacar a la España, sobre todo, y a la UE. «El fascismo español, ayudado por el nazismo, fusiló a Lluís Companys. No lo vamos a olvidar. Hoy, ese fascismo, con impunidad total, participa en las manifestaciones convocadas por el partido del Gobierno de España, la España del clan del 155», dijo.

Sus exabruptos iban hacia Madrid pero su mensaje estaba dirigido hacia la Unión Europea, hacia un club que le ha dado la espalda por vulnerar repetidamente la Constitución española. «Señor Juncker (presidente de la Comisión) y señor Tajani (del Parlamento), es esta la Europa que quieren, la que manda a un gobierno a la prisión?», preguntó.

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