Zoido defiende a los Mossos frente a las críticas de pasividad en la huelga
El Ministerio del Interior vive una situación delicada: obligado a defender a los Mossos d’Esquadra que ahora controla frente a las acusaciones de pasividad en la huelga del miércoles solo unas semanas después de que el propio Gobierno denunciara la inacción del cuerpo autonómico el 1-O y que dejara tiradas a las fuerzas de seguridad del Estado. El departamento que dirige Juan Ignacio Zoido ordenó ‘guante blanco’ con los piquetes de la huelga general convocada Intersindical-CSC justamente para evitar las imágenes de las cargas del 1-O. El paro, según Interior, fue un fracaso por su escaso seguimiento y porque no logró paralizar la actividad productiva, pero los huelguistas más radicales —que según las estimaciones de fuentes de la seguridad nacional no pasaron de las 5.000 personas en toda la comunidad autónoma— consiguieron provocar graves alteraciones en las comunicaciones, sobre todo cortando la AP-7 y tomando literalmente las estaciones de Sants y de Gerona.
El hecho de que un grupo tan reducido de piquetes consiguiera afectar a millones de catalanes sin que hubiera una sola detención ha sido criticado en las últimas horas en privado por numerosos mandos de la Policía y la Guardia Civil, que han denunciado que Interior fue demasiado blando con los radicales, «que no estaban ejerciendo ningún derecho a la manifestación» y a los que en ningún caso se trató disolver a pesar de su escaso número y la gran cantidad de efectivos disponibles.
Incluso, Ciudadanos, el aliado más fiel del Gobierno en la crisis catalana, anunció ayer que pedirá la comparecencia del ministro para responder por el «caos» vivido en la comunidad el miércoles. Pero Zoido ayer defendió a capa y espada la actuación de los Mossos y sacó pecho por el hecho de que a pesar de las más de 200 incidencias registradas el miércoles no se produjo ni un solo herido. Dijo que la actuación de los policías ahora bajo su mando fue «muy equilibrada» y «proporcional» frente, admitió, a unos «piquetes muy radicalizados».