Diario de León

LEONESAS DE AYER Y HOY | CATALINA FERNÁNDEZ LLAMAZARES

La viuda que gobernó la banca leonesa

La firma de Catalina Fernández Llamazares aparece en numerosos documentos mercantiles.

La firma de Catalina Fernández Llamazares aparece en numerosos documentos mercantiles.

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ana gaitero | león

Cuando en 1805 se casan en la iglesia de San Martín la joven señorita Catalina Fernández Llamazares y el comerciante y banquero asturiano Francisco Salinas Lorenzo se celebra algo más que un matrimonio de alto copete en la ciudad. Fue la unión de dos fortunas. Catalina, nacida en Canseco, era la heredera universal de su tío Juan Fernández Getino, que tenía un próspero negocio de mercaderías en la la plaza de las Tiendas, y Francisco, oriundo de Zureda (Asturias), se estableció en el mismo barrio con la casa de Banca Salinas, que funcionaba en la vecina provincia desde 1750.

Veintinueve años duró el matrimonio. Hasta que la enfermedad se llevó de este mundo al señor Salinas, en 1935. Un año antes, al verse postrado en la cama, otorgó plenos poderes a la mujer para manejar el negocio: «Confía en su esposa Catalina Fernández-Llamazares, que no duda que por su talento, conocimientos y demás cualidades que la honran, desempeñará dicha Comisión [Real Caja de Amortización] a satisfacción de los señores directores de la citada Real Caja». El marido «da y confiere su poder expecial [sic] amplio, y el que por ley se requiere a la referida Catalina Fernández-Llamazares, su esposa, para que en su nombre y durante la enfermedad que padece pueda administrar, dirigir y gobernar todos los negocios concernientes a la Comisión de la Real Caja de Amortización de esta capital». Pagos de letras, recibos a los deudores de Vales Reales, inscripciones de los vencidos y los que en lo sucesivo vencieran quedaron al cargo de la cónyuge, con el respaldo de los bienes, rentas muebles raíces y la fianza que Francisco Salinas había otorgado, como da fe uno de los documentos del archivo Banca Ferndández-Llamazares que custodia uno de sus descendientes, Javier González Fernández-Llamazares.

Con este poder y la muerte del asturiano, Catalina se convierte en la cabeza visible y una de las firmas más poderosas de León. Durante los diez años que estuvo al frente de la Banca Viuda de Salinas. No fue la única viuda que se hizo cargo de un negocio bancario en León pues en aquellos tiempos también llevaron las riendas del negocio de los préstamos y avales otras dos mujeres en Villafranca del Bierzo y Astorga.

El caso de Catalina Fernández Llamazares trascendió por la envergadura que adquirió la casa de banca al ser la representante en León del Banco de San Fernando, antecesor del futuro Banco de España y también porque la historiadora leonesa y profesora de la ULE, Elena Aguado, se fijó en el personaje en su tesis sobre la desamortización de Mendizábal y Espartero en León.

La ventaja de llevar el negocio desde casa, pues en la misma vivienda de la calle Santa Cruz donde residía tenía el despacho, facilitó la transformación de Catalina en banquera. «Llevó todo el peso del negocio y lo hizo aumentar respecto a la época de su marido», comenta Aguado. La viuda contaba con «numerosas delegaciones y corredores en diferentes plazas que intermediaban en todo tipo de negocios con la firma Viuda de Salinas», apostilla. En defnitiva, esta mujer hizo la transición del negocio gremial que era a la banca moderna. Aguado apunta que intervino en negocios de la desamortización en León (compró la finca de La Cenia en 1844 a los partiulares que un año antes la habían adquirido al Estado) y otras provincias y también destaca el poder de representación que alcanzó entre las élites leonesas al relacionarse con los altos funcionarios a quienes prestaba el dinero para pagar las fianzas que les exigía el Estado en aquellos años.

Javier González Fernández-Llamazares atribuye el mérito al marido y señala que «los mejores negocios de la banca en la época de Catalina (1834-1845) provienen de la adquisición de enormes propiedades a ciertos miembros de la nobleza que no pueden pagar las deudas, como los marqueses de Catrojanillos o el marqués de Someruelos, entre otros», que venían de la época de Francisco Salinas.

Catalina y Francisco no tuvieron hijos, pero trataron como tales a sus sobrinos, a quienes pagaron los estudios en Madrid. José y Felipe se convirtieron después en los referentes masculinos del negocio, que pasó a llamarse Banca Viuda de Salinas y Sobrinos. Y fueron los herederos de Catalina a su muerte en 1845.

Como buena burguesa, Catalina hizo donaciones para asistir a los menesterosos que pululaban por aquel León decimonónico y se la considera una precursora de la creación de la Beneficencia, por los próceres de la ciudad, que tuvo lugar años después. La banca Fernández-Llamazares, como pasaría a llamarse más tarde, cerró su próspero ciclo en 1924 al pasar a manos del Banco de Bilbao.

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