Diario de León

en el punto de mira

Un viejo reino, no el viejo Oeste

Los atentados del 11-M reforzaron el celo en el control de explosivos y armas y las nuevas tecnologías se han convertido en aliadas de la Guardia Civil, que tiene en la calle una unidad especializada casi invisible, que sigue con lupa la seguridad en la fabricación, transporte, distribución y uso de explosivos y armas

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ana gaitero | león

La crisis de la minería y los cambios culturales han mermado el consumo de explosivos y el uso de armas de caza en la provincia, pero la labor de control se ha reforzado en los últimos años. Más de 53.000 armas, dos fábricas y tres depósitos de explosivos, dos talleres de pirotecnia, 16 armerías y la principal cartuchería metálica y no metálica de España, además del transporte de dinamita para usos extractivos, las licencias de caza, los campos de tiro (no militares y la seguridad privada en el medio rural están bajo control de la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de la Comandancia de la Guardia Civil de León.

Los atentados del 11-M y los avances tecnológicos han impulsado nuevas medidas que perfeccionan el control de armas y explosivos en España, comenta el teniente de la Benemérita José Blanco, jefe de la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de León.

Desde la fabricación y almacenamiento a la distribución, venta y consumo de armas y explosivos, esta unidad especializada supervisa la trazabilidad en diversos puntos para garantizar la seguridad y minimizar los riesgos.

La directiva comunitaria de trazabilidad fue modificada en 2005 a raíz de los atentados de Madrid, de marzo de 2004. La dinamita que se usó había sido robada en una explotación minera asturiana. José Emilio Suárez Trashorras fue condenado a 34.715 años como autor del robo que proporcionó la Goma 2 a los terroristas.

La vulnerabilidad del sistema de control se puso al descubierto y se pusieron en marcha diversas medidas para evitar estos riesgos. Asimismo, se crea un grupo por comandancia para perfeccionar el control de explosivos y armas

En el caso de la provincia de León, por la amplitud de su territorio y el movimiento de explosivos por las actividades extractivas se crearon dos grupos, uno en la capital y otro en Ponferrada.

«Los avances tecnológicos también han perfeccionado el control de la trazabilidad con códigos y máquinas, de manera que en cualquier momento se puede detectar un desvío o una ausencia», asegura.

La Guardia Civil controla las armas desde su fabricación, importación, exportación, comercialización, circulación, tenencia y uso. «Desde un ciudadano que quiere ser titular de un arma hasta la armería están sujetos a licencias, informes y medidas de seguridad específicas».

Una provincia armada

En la provincia de León hay expedidas 33.168 licencias de armas y se controlan un total de 53.152, de las cuales un total de 47.893 son armas de caza (39.145 escopetas y 8.748 rifles). La actividad cinegética es la que más movimiento de armas genera en la provincia, pues suponen más del 90% de las que hay registradas. Para tiro deportivo se cuentan 703 armas, otras 362 son de avancarga (que se cargan por la boca) y la mayor parte se localizan en la zona de Astorga pues están relacionadas con las representaciones de la Guerra de la Independencia. También hay 74 armas que figuran en libros de coleccionistas, históricas o artísticas.

Asimismo, los agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local y Servicio de Vigilancia Aduanera de la provincia tienen autorizadas 3.855 armas reglamentarias. Por último, hay 57 armas con licencia especial para personal de las fuerzas del orden en reserva o retirados y personas amenazadas.

Menores que cazan

Pese al cuantioso número de armas y licencias, el teniente Blanco asegura que «León no es una provincia conflictiva». Se estima que hay en torno a 20.000 personas que poseen armas de fuego, pues es frecuente que muchos cazadores dispongan de más de una licencia.

Entre estas personas autorizadas para usar armas de caza hay 30 menores de edad. «Hasta la mayoría de edad no se autoriza la posesión de armas, pero sí es posible utilizarlas. La caza es una actividad deportiva», explica. En concreto, a partir de 14 años es posible obtener una licencia de escopeta y a partir de 16 años, de rifle. La Guardia Civil tiene la competencia para otorgar las licencias de armas, después de superar las pertinentes pruebas teóricas y prácticas, que se desarrollan en el campo de tiro de La Virgen del Camino. En León se celebran convocatorias cada dos meses.

El certificado de aptitud también depende de la conducta y los antecedentes penales o policiales. Por últimos los aspirantes tienen que superar una prueba psicológica. Una licencia normal de permite usar y adquirirlas en las armerías. La posesión de armas implica su registro y entrega de una guía de pertenencia con todos los datos que la identifican.

La revista de armas, una de las facetas más conocidas de la Guardia Civil, no en vano es la puerta de acceso a la Comandancia de las personas con armas y licencias, es sólo una «ínfima parte» del trabajo que a diario se desarrolla en este departamento de la Guardia Civil, que desarrolla en la calle gran parte de su labor.

Las armas de caza se revisan cada cinco años y las de tipo deportivo cada tres años, con las mismas exigencias que para obtener la licencia. Además, se comprueba que el titular se presenta con las mismas armas para las que fue autorizado y que no haya habido manipulación.

Violencia de género

La Unidad de Intervención de Armas y Explosivos fiscaliza a diario todas las incidencias que se producen en la Comandancia, especialmente en controles de alcoholemia y denuncias por violencia de género. «Como medida cautelar se retira el arma a todos los hombres que aparecen denunciados en el VioGen si es que poseen alguna», explica el teniente Blanco. Por estos motivos, la licencia de armas puede llegar a ser revocada. «A un condenado por violencia de género cuesta mucho que se la devuelvan, pueden pasar años y años», subraya.

La evolución de las licencias de armas y del número de estas en los últimos años evidencia un declive. «Se ha roto la tradición generacional de pasar el arma de padres a hijos y hay menos armas», asegura el teniente. Prueba de ello es el dato de licencias de hace siete años: más de 35.000, dos mil más que en la actualidad.

Más que armas

Como su nombre indica, las armas son solo una parte de la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de la Guardia Civil. La normativa vigente establece que no se puede fabricar explosivo sin presencia de la Guardia Civil. Por eso León cuenta con un equipo especial con dos componentes que está destinado en la fábrica de explosivos Valderas. La de Fabero, de menos envergadura, se controla desde el equipo de Ponferrada.

La crisis también ha afectado al sector, que se ha llevado por delante a otra fábrica que existía en La Bañeza. Asimismo, el fin de las minas de carbón también ha sido el detonante del cierre de dos depósitos de explosivos y dos empresas de seguridad dedicadas a la protección de explosivos.

La Guardia Civil controla también los tres depósitos de explosivos que hay en León, Ponferrada y Boñar. Se trata de material que se utiliza como herramienta de trabajo en canteras, explotaciones mineras y obra pública.

A diario, cerca de 100.000 kilos de circulan a diario por las carreteras leonesas con todas las garantías de seguridad que proporciona el control de la unidad. Canteras, cementeras, obras públicas y tránsito para comercialización son sus destinos.

El transporte es otra pieza clave en el control de explosivos. Un camión no sale de la fábrica sin ser revisado por la Guardia Civil y con los correspondientes visados al día. En cuanto al consumo, la documentación de fábrica y de depósito tiene coincidir con la que llega al consumidor y no ser recibido por cualquier operario, tan solo por los que están autorizados.

En la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos la rutina no tiene sitio. Los talleres de pirotecnia, uno en Valderas y otro en el Bierzo, en el pueblo de Villaverde de la Abadía, más un depósito en Cacabelos, son otros de los establecimientos controlados por los equipos que la componen: 32 guardias civiles distribuidos en la Comandancia de León (16) y los cuarteles de Astorga (4), Ponferrada (8) y Villablino (4).

La Unidad de Intervención de Armas y Explosivos supervisa también los espectáculos de pirotecnia que implican el consumo de más de 50 kilos y controlar in situ los de más de 100 kilos, principalmente en las fiestas de León y Ponferrada. Hasta 10 kilos es competencia de Industria, organismo de la Subdelegación del Gobierno con el que se coordinan «de manera permanente», apunta el teniente Blanco.

Uno de los talleres de cartuchería metálica y no metálica de España se encuentran en León, en Las Lomas. Esta fábrica es otro de los puntos de trabajo casi permanente de los equipos de la unidad. «Controlamos lo que se fabrica, la pólvora que entra, los cartuchos que salen...», explica el jefe. Todo está milimetrado e identificado.

Las armerías de la provincia, 16 en total, también están en el punto de mira de las inspecciones de la Guardia Civil, que es el cuerpo de seguridad que tiene toda la competencia en armas y explosivos como herramienta de trabajo. La colaboración de los armeros, que tienen que llevar un control para que la munición que venden se corresponda con el arma del que es propietario quien compra, entre otras cosas, como que tenga la licencia en vigor y no consuma más del cupo permitido, «facilita nuestra tarea», admite.

Los campos de tiro, con excepción de los militares, es otra de las competencias de la Guardia Civil. Estos incluyen los cotos cinegéticos, como campos abiertos, y los cerrados, como son las galerías autorizadas (2 en León y una en Ponferrada). «No se pueden usar las armas fuera de esos recintos y para su transporte tienen que ir debidamente guardadas», explica. Llevarlas en el coche en un día que no se corresponda con la actividad es una infracción. Y es que León es un viejo reino, pero como dice el teniente Blanco: «Esto no es el viejo Oeste».

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