Diario de León

Esquerra pide premiar el sacrificio de Junqueras frente a Estremera

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No hay campaña electoral que no busque mover emociones, pero la que ayer concluyó fue especialmente intensa y Esquerra Republicana de Cataluña tenía la obligación de rematarla con un mensaje potente para el mundo independentista, como diciendo: «Nuestro mártir es más mártir que ningún otro (léase Carles Puigdemont); el verdadero héroe es el nuestro». Un líder entre rejas por la causa. «Por sus ideas», dijo Marta Rovira.

A las 11:30h del mediodía, desembarcó con ese propósito en las inmediaciones de la cárcel de Estremera, bajo el sol madrileño y el frío mesetario, un reducido grupo de dirigentes y representantes de la candidatura secesionista: la número dos del partido, Rovira; Ernest Maragall, consejero de Educación con el PSC y miembro del soberanista MES; Toni Castellá, antiguo militante de Unió expulsado por su independentismo y fundador de Democratas de Cataluña; el cabeza de lista por Tarragona, Óscar Peris; el exconsejero de Asuntos Exteriores Raül Romeva y la presidenta del ‘Parlament’, Carmen Forcadell.

Del mismo autobús que los había recogido en el aeropuerto, nada más aterrizar desde Barcelona, bajaron cargados con cámaras, micrófonos y grabadoras alrededor de treinta periodistas. La imagen se completa con otro nutrido grupo de profesionales de la comunicación desplazados desde Madrid (Estremera queda a 70 kilómetros de la capital, casi en la linde con Castilla-La Mancha, en el valle del Tajo); diez miembros de la organización de extrema derecha Hogar Social, y Antonio.

Antonio, que es de Granada pero vivió quince años en Barcelona, de la que sólo habla maravillas, fue el encargado de ‘amenizar’ el acto hasta que llegaron los ‘ultras’ con sus gritos de «¡No nos engañan, Cataluña es España!» y «¡Catalanidad es hispanidad!». Tampoco está nada de acuerdo con los independentistas pero ni de lejos es tan radical. «Yo no digo que sean delincuentes, aquí están a la espera de juicio, pero no me gusta que hagan estas cosas para denostar a la justicia; en España tienen cauces para cambiar las cosas», explica.

Albañil en paro y delicado de salud, dice, se ha dedicado recorrer los escenarios del conflicto catalán en los últimos meses. Barcelona, Bruselas, Madrid y ahora la prisión de Estremera. Siempre con su bandera de España, su cartel en defensa de la Constitución y su altavoz a todo volumen: «Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley, viva honrada la Guardia Civil». «Ahora ya me voy a casa —asegura— He terminado».

Fue cuando hablaba Romeva, que pasó varios días en esa misma cárcel, cuando los neofascistas se acercaron a violentar el acto y la Guardia Civil, decidió interponerse.

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