Diario de León

La deriva independentista tomó velocidad de crucero con Mas en 2011

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Las elecciones son el último capítulo, por ahora, de una deriva independentista que ha mantenido en vilo a España durante seis años. Se han formulado distintas teorías sobre la causa y el momento concretos que llevaron al independentismo a echarse al monte. El periodista Ignacio Camacho apunta en su libro Cataluña, la herida de España (Almuzara) a que es entre 2011 y 2012 cuando «Mas incuba la idea de acelerar el proceso de independencia ante el colapso del Estado a causa de la crisis, lo que le facilita un discurso de país que no funciona».

Sea como fuere, es a partir de finales de 2012 cuando los acontecimientos se suceden: elecciones anticipadas tras las que Mas y Junqueras firman un acuerdo de gobernabilidad con la declaración de independencia en el horizonte, dos diadas multitudinarias y, sobre todo, el 9-N del 2014. La primera consulta ilegal, que ha llevado a la inhabilitación y embargo de bienes del expresidente de la Generalitat y una parte de su Gobierno, fue el primer punto de inflexión en el ‘procés’, un aviso de que los independentistas iban en serio, de que no tenían la mínima intención de echar marcha atrás en sus intenciones secesionistas.

La determinación de los impulsores de la desconexión se vio acompañada de un crecimiento constante del sentimiento independentista en las encuestas, que tuvo como reflejo más fiel el 47,7% de los votos que obtuvieron Junts pel Sí -la coalición formada por Convergència y Esquerra- y la CUP en las autonómicas de 2105.

Esa gran parte de catalanes que apoyó a las fuerzas secesionistas no siempre fue independentista. Lo muestran también las encuestas. Pero algo les hizo cambiar de opinión. Aquí entra en juego, según Camacho, el «mito» fabricado por el nacionalismo, «la patraña» que comenzó con el slogan de ‘España nos roba’ y ha tenido su máxima expresión con el derecho a decidir, «que es lo mismo que el derecho de autodeterminación». Añade que la estrategia secesionista ha girado en torno a «convencer a parte de la sociedad catalana de que posee una soberanía propia y en asociar que democracia es igual a votar, aunque sea de forma ilegal». Se trata, resume el periodista, «de un discurso narcisista según el cual el catalán es mejor y más demócrata que cualquier otro ciudadano español».

Para Camacho el 9-N y la hoja de ruta puesta en práctica por Junts pel Sí son ejemplos de que al Gobierno del PP se le escapó el control de la situación. Apunta directamente a la «incomparecencia» del Estado como una de las causas de que se haya llegado a la actual situación.

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